El grito de Nacho desde Nigrán

Lupe Comesaña, madre de Nacho, el joven agredido hace un año por varias personas, pide justicia.
photo_camera Lupe Comesaña, madre de Nacho, el joven agredido hace un año por varias personas, pide justicia.
El teléfono de Lupe Comesaña no ha dejado de sonar desde que hace una semana decidió hacer público que su hijo Nacho, de 25 años, está vivo, pero que el resultado de la paliza que recibió hace un año bien pudo haber sido otro.

Que este suceso haya visto ahora la luz tiene mucho que ver con lo que le sucedió a Samuel en A Coruña, si bien en el caso de Nacho no se especula siquiera con que se trate de un crimen homófobo. “Estábamos viendo el telediario y cuando Nacho escuchó lo de Samuel salió de su habitación y se volvió loco, preguntándose por qué Samuel murió y él no. Entonces se decidió a contarlo, a decir que él sí está vivo”, detalla su madre.

Nacho salía de un evento en el Pazo de Urzáiz, en Nigrán (Pontevedra), cuando una pandilla comenzó a asestarle golpes: él intentó escapar y trató de esconderse entre la maleza, pero lo localizaron y la emprendieron a puñetazos y patadas con él, dejándolo después tirado entre los matorrales. Como consecuencia arrastra secuelas físicas y psicológicas: perdió el 30% de la visión en un ojo, no puede abrir la boca más de tres centímetros y tiene placas por el lado derecho. “Tiene mucho pánico, mucho miedo, no a quienes le agredieron, sino a la persecución, a la gente, va siempre hiperventilando, va controlando todo lo que hay alrededor”, concreta Lupe.

Nacho no está accesible para los medios, de momento ese papel lo asume su madre, aunque se acaba de manifestar en su cuenta de Instagram después de recibir en Nigrán, donde todo ocurrió, el apoyo de cientos de personas, muchas de ellas motoristas como él.

“En todo un año no fui capaz de conseguir nada. Me veo en un pozo sin salida, solo veo oscuridad… “, asegura el joven

En su mensaje explica que lleva un año encerrado en su habitación porque su “hípervigilancia, ansiedad y tensión” le impiden estar entre la gente.

“En todo un año no fui capaz de conseguir nada… Me veo en un pozo sin salida, solo veo oscuridad mientras los salvajes que me intentaron matar siguen disfrutando de su vida”, razona, por esa vía, antes de pedir “justicia” por él y “por los que se han quedado por el camino”.

Agradecido por el apoyo y la difusión de su caso, Nacho reconoce no estar bien y manifiesta su esperanza de que todo lo que está pasando le pueda ayudar.

Pese a la brutalidad de la agresión, los dos únicos detenidos hasta ahora están acusados de un delito de lesiones mientras que se investiga a un tercero.

La familia de Nacho quiere más, y espera ansiosa el final del verano para que se reactive la actividad judicial y puedan dar un empujón al caso.

En la parte que le toca, su madre confiesa estar “fastidiada, y muy, muy jodida, como lo estaría cualquier madre, porque a mí hijo casi lo matan de una paliza y además lo dejaron tirado en el monte para que se muriese allí”

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