El sistema es capaz de encontrar cuerpos enterrados mediante la emisión de ondas electromagnéticas

La Guardia Civil usa un georradar creado por la Universidad de Vigo para buscar a Cordón

Los trabajos que realiza la Guardia Civil en Francia para encontrar el cuerpo del empresario aragonés Publio Cordón cuentan con la colaboración de un georradar desarrollado por investigadores de la Universidad de Vigo. Se trata de una tecnología capaz de encontrar cuerpos enterrados mediante la emisión de ondas electromagnéticas. La Universidad lleva años colaborando en casos similares. Esta tecnología también se empleó para localizar el chapapote enterrado en las playas que dejó el ‘Prestige’.
Expertos de la Universidad de Vigo colaboran con la Guardia Civil en la búsqueda del empresario aragonés Publio Cordón en el sur de Francia, en terrenos del Mont Ventoux, donde lo habría enterrado el grapo Fernando Silva Sande según él mismo confesó. Hasta el momento los trabajos del georradar no han dados sus frutos, pero las pesquisas continúan. Desde la Universidad de Vigo no trascendió ningún tipo de información sobre este asunto, puesto que están obligados a mantener la confidencialidad.

El departamento de Ingeniería de los Recursos Naturales de la Universidad de Vigo lleva años colaborando en casos similares con la Guardia Civil y con la Policía Nacional, participaron en la localización de chapapote en la catástrofe del ‘Prestige’ en 2003 con excelentes resultados y desde noviembre de 2007 también les han pedido ayuda los colectivos de la recuperación de la memoria histórica para encontrar fosas de represaliados. En relación con estos últimos, el caso más sonado fue la búsqueda en A Fonsagrada del comandante Moreno, el mítico líder del anarquismo coruñés.

En cuanto a la búsqueda de desaparecidos, participaron en casos famosos aunque no se hizo pública su presencia. En otros sí se conoció su participación, como fue el del matrimonio de Cabral, que rastrearon junto con la brigada especial de Homicidios de la Policía Nacional, después de que el coche de la pareja apareciese calcinado y con impactos de bala en el monte de A Risca (Porriño).

Arqueología

Al margen de estas utilidades, el georradar también se emplea en arqueología, en minería, en geología o en la verificación del acabado de muros de un determinado grosor. Los expertos recogen los datos sobre el terreno mediante la emisión de ondas electromagnéticas y lo hacen pasando el georradar por la superficie como si fuese una aspiradora. En ocasiones se pueden detectar los objetos en tiempo real, pero muchas veces se ven en el laboratorio en el momento de analizar las imágenes tomadas.

Esta tecnología es capaz de detectar cuerpos tanto en capas superficiales del subsuelo, a unos pocos centímetros, como hasta varios metros de profundidad.

Sería inútil en el caso de Marta del Castillo

El georradar desarrollado por la Universidad de Vigo no serviría de nada para buscar el cuerpo de la joven Marta del Castillo en el vertedero sevillano de Alcalá de Guadaira. Lo dicen los expertos y lo recuerdan siempre que se les pide un trabajo de estas características para que nadie se lleve a engaño. Es bastante frecuente que los asesinos utilicen vertederos para deshacerse de sus víctimas y sería un gasto inútil emplear un georradar en estas instalaciones porque no sería capaz de detectar lo que en realidad se busca. En un recinto de este tipo hay demasiados elementos metálicos y de todo tipo que llevarían a saturar de datos al georradar. ‘Para que funcione bien tienen que darse unas circunstancias técnicas que en los vertederos no se dan’, señalan los expertos.

En España hay otros georradares, como el creado en la Universidad de Granada, que se mostró dispuesta a prestar su tecnología para intentar localizar los restos del poeta Federico García Lorca en el barranco de Viznar, lugar en el que había sido fusilado junto con otras tres personas más en agosto de 1936. En la Universidad de Vigo el máximo experto en georradares es el profesor del departamento de Ingeniería de los Recursos Naturales y Medio Ambiente, Henrique Lorenzo Cimadevila, que ya en 1995 había sido premiado por sus avances en esta tecnología.


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