La incertidumbre hace crecer el pesar en Muros

"Aquí todos nos conocemos", comentan en la parroquia de Abelleira.

Horas después del naufragio del 'Santa Ana', en la parroquia de Abelleira y la aldea de Tal, en la localidad coruñesa de Muros, de donde son naturales los tripulantes gallegos de este buque de bandera portuguesa pero armador también muradano, solo se habla de la "desgracia" que ha tocado a un pueblo  marinero "de toda la vida". La incertidumbre que genera el seguimiento, desde la distancia, de las tareas para tratar de acceder al interior de la embarcación agudiza la tristeza y el pesar entre los convecinos de estos cuatro hombres, tres de ellos de Abelleira y uno de Tal. La resignación lleva a casi todos los habitantes de Muros a constatar el hecho de que "el mar es el mar, y nunca se sabe con él".


"Siquiera, por lo menos, ahora que aparezcan. Que vengan todos", expresa, visiblemente afectada, una prima de Manuel Indalecio Mayo Brea, cuyo cuerpo sin vida es el único que ha sido recuperado e identificado.


La familiar de Manuel Indalecio, al igual que un joven que comenta junto a otros vecinos la tragedia, hace hincapié en las numerosas relaciones de parentesco que existen en Abelleira, uno de los primeros núcleos de casas a la entrada de la localidad costera, en la ría de Muros y Noia. "Estamos todos mezclados", comenta ella. "Todos nos conocemos... si somos unos 300 habitantes", subraya el chaval.


Ninguno de ellos quiere dar sus nombres y destacan a los periodistas la "enorme pena" y "desgracia" a las que están haciendo frente.  Ya pocos recuerdan con detalle la última tragedia similar, sucedida hace al menos 20 años, con el 'Zizurkil', del que, tras su hundimiento, de una tripulación compuesta por ocho personas, únicamente se recuperó el cuerpo sin vida del patrón. El caso del 'Lasana' vino después.

“ENORME PENA"


Apenas unos metros antes de Abelleira, en Tal, en la tarde de ayer ya no quedaban vecinos que se dejen ver por los caminos ni por la carretera principal de entrada al pueblo, después de que, a primera hora, algunos de ellos expresaran su tristeza a las cámaras de televisión. De aquí era Lucas, el más joven de los marineros del 'Santa Ana'.


En uno de los dos bares de Abelleira, sin embargo, un grupo de jóvenes se reúne en torno a un par de mesas en esta jornada de sol y temperaturas primaverales. Los rostros no son los de la tarde anterior, cuando, con motivo del cumpleaños del hijo de Lucas, varios amigos celebraron juntos esa efeméride.
La otra cafetería de esta parroquia permanece cerrada y en la vivienda familiar contigua, bajo las persianas casi bajadas del todo, la pareja de la hija del marinero superviviente explica que no le apetece hablar con los periodistas.

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