La larga factura del desajuste horario

Acostarse tarde, levantarse temprano, comer a deshora o echar una siesta demasiado larga. Son prácticas habituales que castigan la salud. El hecho de los gallegos salgamos de trabajar dos horas más tarde que muchos europeos es un lastre para la vida familiar.
Raquel tiene “un buen trabajo”. Es visitadora médica, lleva bastante tiempo en el sector, cuenta con la confianza de los especialistas y cumple cada trimestre con los objetivos que le marca la empresa. “Trabajo sólo por la mañana y casi siempre tengo las tardes para mí. Es un placer poder recoger a los niños en el colegio y pasar la tarde con ellos”.
Ella lo ve como un trabajo perfecto y, quizás de manera inconsciente, oculta “los lunares” que su marido aprecia en su jornada laboral. “Las cosas no son tan maravillosas como las pinta ella. Muchas veces no tiene tiempo para comer o pasa con un bocadillo a las cuatro de la tarde”, explica Luis. “Y las cenas se retrasan hasta cerca de las once de la noche porque, como tiene que realizar informes diarios al final de la jornada, el horario se descontrola. Intentamos bañar a los niños y darles la cena a una hora decente para que se acuesten temprano y, mientras ella reporta los informes diarios, yo preparo nuestra cena. Nos acostamos siempre después de medianoche”, dice Luis.

Problemas y efectos
Esos “desajustes” horarios, que para unos pasan desapercibidos y para otros son notables, pasan factura. Los primeros efectos deberían notarse en la báscula. Son muchas las investigaciones que han probado la relación entre los horarios de la comida y el aumento de peso; un estudio realizado con roedores por la Universidad de Northwestern de Illinois permite comprobar que los ratones alimentados cuando debían estar durmiendo ganaron un 7,8% más de peso que aquellos alimentados con iguales cantidades de comida durante el día. Con sólo modificar la hora de la comida se podría ayudar a perder unos kilos.
El momento es importante y el reloj biológico es el que marca los límites. No hay que ser un experto en la materia para entender que a partir de ciertas horas se reduce notablemente el gasto calórico y, como consecuencia, no se quema todo lo consumido y una parte se almacena. El horario de las comidas influye en el aumento de peso y los comedores nocturnos son los más expuestos a un sobrepeso. “Tan importante como la cantidad de comida o el aporte de los alimentos que consumimos, es el momento en el que lo hacemos”, explica Susana Rodríguez, dietista y nutricionista. “Siempre le recomiendo a las personas que acuden a mi consulta que hagan un diario en el que apunten la hora, los alimentos y la cantidad que comen”.
Los horarios de comida en cualquier hogar gallego difieren muchos de los que aplican en el restos de los países europeos. Allí la comida es ligera y la cena se convierte en un momento para la convivencia familiar. Según la última encuesta del Instituto Nacional de Estadística, los españoles cenamos de media a las 21,45, mientras que en Francia lo hacen a las 19,00 horas. La causa y la consecuencia hay que buscarla en la jornada laboral más larga y en las horas de sueño: un 65% de los españoles está levantado pasadas las doce de la noche, cuando el restos de los ciudadanos comunitarios ya llevan más de una hora de sueño.
Los desajustes horarios no afectan exclusivamente a la alimentación. El Congreso Nacional para Racionalizar Horarios, celebrado esta semana, ha constatado que España es el país de Europa que más tarde se acuesta. La socióloga Inés Alberdi aprovechó este foro para reclamar cambios que deriven en “una vida cotidiana más satisfactoria”, porque el tiempo es el bien más democrático de la vida. “Se nos da en igual cantidad a todos y lo que nos diferencia es lo que hacemos con él”.
Esta especialista entiende que la sociedad española no ha sabido adaptarse a los tiempos y, aunque éste sea un país moderno en muchos aspectos, mantiene un estilo de vida antigua en otras facetas. “Los horarios en la vida cotidiana están pensados para familias en las que uno de los progenitores se dedica a la casa, la tarea la hacen los abuelos, como si todos fuéramos ejecutivos con las tareas domésticas y de crianza resueltas”.

Bancos de tiempo: favores por favores
n n n Lo que para unos era una extravagancia y una fórmula con poco futuro, se ha ido extendiendo como una alternativa real. Es minoritaria, pero es real. Es real porque funciona y es minoritaria porque la escala es la que es.
Uno de los últimos ayuntamientos que ha contratado un técnico para dirigir su banco de tiempo es el de A Estrada. “El objetivo es promover relaciones sociales y facilitar la conciliación de la vida familiar, personal y laboral”, explica Amalia Goldar. “El funcionamiento del banco es sencillo; la base es un sistema de oferta y demanda de servicios”. Basta con inscribirse en la base de datos municipal y especificar cual es la tarea o servicio para la que se muestra dispuesto cada uno de los registrados. Este trámite otorga el derecho a solicitar la realización de tareas o el disfrute de servicios prestados por las otras personas inscritas en el banco de tiempo.
Hay vecinos que se ofrecen para reparar electrodomésticos, otros para tareas de carpintería, otros para servicios domésticos y otros para ir a recoger los niños al colegio. Los técnicos responsables del banco son los que se encargan de cruzar ofertas y demandas para cuadrar las cuentas; no hay dinero, el negocio se mueve en función de la voluntad y la disponibilidad horaria de cada participante.
Esta fórmula es especialmente oportuna en tiempos de crisis, cuando los presupuestos están ajustados y hay que renunciar a pagar por servicios que antes podíamos permitirnos: nuevas tecnologías, tareas escolares, habilidades culinarias, acompañamiento, cuidados de mayores, tareas domésticas o trámites administrativos.
El banco de tiempo del concello de Vilagarcía está consolidado y cuenta con la participación activa de más de una veintena de vecinos, que intercambian destrezas y servicios con asiduidad. En las últimas semanas han incorporado un sistema de préstamos de materiales, herramientas y objetos con el objetivo de abaratar costes y optimizar recursos. Los más demandados, según los promotores de la iniciativa, son los libros de texto.
En otros municipios, como Pontedeume, no es el concello quien gestiona el banco de tiempo. La asociación de vecinos A Vila ha tomado la iniciativa y quiere impulsar este sistema, entendido como una “gran cadena de favores”, que puede ser especialmente útil en tiempos de crisis.

La falta de equilibrio entre trabajo y familia afecta sobre todo a las mujeres y los niños
El Instituto Nacional de Estadística pone cifras a la discriminación en materia laboral; según el INE, las mujeres trabajan una hora y cinco minutos más al día que los hombres, si se suma el trabajo remunerado y el doméstico. No es un asunto menor y las diferentes administraciones admiten su preocupación por el asunto; han abierto diferentes vías para intentar racionalizar los horarios y buscar un equilibrio real.
En juego está el bienestar social y la salud individual, pero también es un factor económico central que exige una adaptación a modos de vida nuevos. La conciliación entre vida familiar y laboral es abordada desde diferentes ámbitos y se han propuesto demasiadas soluciones teóricas que, con el paso del tiempo, no siempre han probado su eficacia en la práctica. Un informe de la Comisión Europea advierte que “la dificultad para lograr un equilibrio entre la vida familiar y laborar es uno de los principales obstáculos al empleo de las mujeres y el desarrollo en su carrera”.
Un 63% de las trabajadoras españolas considera primordial la aplicación de políticas de conciliación familiar a través de medidas como la flexibilización de la jornada laboral. Ellas y sus hijos suelen ser los mayores perjudicados de la falta de racionalización de horarios; la participación del hombre en las tareas domésticas y en la educación de los hijos no basta para solucionar este problema.

Un plan estratégico
El asunto se ha tratado recientemente en la Comisión de Demografía del Parlamento de Galicia y, aunque todas las partes coinciden en el diagnóstico, no han acertado a concretar medidas que puedan esbozar una posible solución. “Es necesaria la implicación global de todas las instituciones a través de un plan estratégico”, apunta Fausto Santamarina, secretario general de la Confederación de Empresarios de Galicia, que ha puesto el acento en el coste de las medidas de conciliación y de fomento de la maternidad. “Se sostiene todo sobre el hombro de las empresas”, dice Santamarina, cuando se refiere a bajas, lactancia y reducciones de jornada. “Las medidas de conciliación de las empresas, y que incluso ellas incrementan, tienen un coste organizativo y económico”.
Esas medidas no han conseguido, en opinión de los psicólogos, una conciliación real y, muchos menos, la ansiada integración. “Es necesario racionalizar los horarios de trabajo para mejorar la conciliación y, con ellos, incrementar las tasas de natalidad. Todos los países de nuestro entorno han ido resolviendo el problema de los horarios, ¿por qué nosotros no lo resolvemos?”, se pregunta Concepción Fernández, secretaria del Colegio Oficial de Psicología de Galicia. Avisa, además, que los niños en la sociedad actual están “institucionalizados” y apuesta por poner en marcha medidas que “integren” a los niños en el trabajo de sus padres, “algo que hasta el momento es difícil”.
El Parlamento Europeo apoya la creación de guardería de empresa con horarios flexibles y anima a los estados miembros a que faciliten desgravaciones fiscales y otros incentivos financieros a las compañías. Un estudio comunitario apunta que el 45% de los padres españoles llega tarde o salen antes del trabajo (7,5 veces al semestre) porque debe acudir a la guardería. Su instalación en los centros laborales, además de reducir la impuntualidad y el absentismo, sería un importante elemento de fidelización para los empleados.

Te puede interesar