Los encargados de asaltar los barcos son los que más riesgo corren y los que menos cobran

Las mafias internacionales usan el desgobierno y la miseria que vive Somalia para ‘hacer caja’

La piratería de despacho, teledirigida por redes internacionales y bufetes europeos que se encargan de negociar los rescates millonarios, amenaza el futuro pesquero. Mafias y mercenarios sacan tajada de las miserias africanas. Por las manos de los piratas solo pasan armas y simbólicos botines, que no los rescatan de la desesperanza. Es un problema complejo, que exige soluciones globales. La pasividad de instituciones y organismos internacionales facilita la globalización de la piratería, una actividad que poco se parece a la de los corsarios del siglo XVI.
‘No estamos hablando de cuatro piratas mal vestidos y mal alimentados, que van en barquitos de remos. Son auténticas mafias organizadas que tienen perfectamente planeados sus actos. Estamos ante auténticos profesionales que disponen de la más alta tecnología para atacar a los mercantes y pesqueros que operan en el Índico gracias a la información que le suministran desde centros ubicados en ciudades europeas, especialmente en Londres’, explica Javier Touza, presidente de la Cooperativa de Armadores de Vigo.

Está muy preocupado por la piratería en África, un continente del que conoce sus paraísos y sus miserias; nació en Guinea y viaja constantemente a ese y otros países vecinos, en los que gobierna la corrupción y se suceden los golpes de estado.

‘La gente en Somalia muere en las calles y en las playas. Es muy fácil reclutar gente que ataque navíos porque, para ellos, la única diferencia está entre morir a tiros en un navío o morir de hambre en la playa’, añade Francisco Peleteiro, abogado especializado en asuntos marítimos y buen conocedor de las zonas más calientes del Índico. ‘Lo que hace falta es una política global en la que se implique la Unión Europea, la OTAN y otras instituciones internacionales. Estamos ante redes bien organizadas equipadas con armamento que no se encuentra en las calles de Somalia y, por tanto, tienen conexiones con mafias europeas’.

‘Los piratas son individuos sin alma y sin entrañas. No tienen nada que perder más que la vida y eso los convierte en auténticos camicaces’, añade José Manuel Muñiz, presidente de la Asociación de Titulados Náutico Pesqueros (Aetinape).

Los que sostienen las armas y se juegan la vida en el asalto de mercantes o grandes pesqueros son la punta del iceberg. Son disciplinados, suelen estar bien organizados, tienen conocimientos militares y disponen del armamento adecuado para ata car desde la distancia.

Son los que más riesgo corren y los que menos beneficios obtienen en un secuestro, cuyo centro de operaciones esta a miles de kilómetros del Índico. Las negociaciones entre armadores y piratas se canalizan a través de un puñado de bufetes de abogados, con sede en Londres y otras capitales europeas, que se encargan de negociar el rescate, recibir el dinero y transferirlo a paraísos fiscales o cuentas blindadas de bancos de Yemen o Dubai.

Las cantidades no son fijas. No hay dos negociaciones iguales. El Albacora Cuatro estuvo tres días retenido frente a las costas de Somalia hace nueve años y, según fuentes próximas a la compañía, desembolsó cerca de medio millón de euros para poner fin al secuestro. En el caso del pesquero Playa de Bakio, secuestrado en marzo de 2008, fueron necesarios seis días de negociación hasta que acordaron el pago de un rescate, nunca reconocido por la armadora ni por el Gobierno. ‘A donde no llega la diplomacia, llegan los dólares: más de un millón, en el caso del Playa de Bakio’, indica un armador con barcos que faenan en aguas africanas.

‘¿Pagar o no pagar el rescate? Esa es una duda constate y un debate enquistado’, apunta el abogado Francisco Peleteiro. ‘Parece que si accedes a las peticiones de los captores estás alimentando un sistema y sentando un precedente que se va a volver en tu contra en el futuro, pero en muchos casos no hay otra solución para salvar la vida de quienes están en el barco’.

‘Creemos que la actuación con el Playa de Bakio no fue la más acertada. Pagar el rescate es un síntoma de debilidad que se transmite a las bandas organizadas de terrorismo internacional que operan en esta zona; tienen muy presente que se ha pagado un rescate y, sobre todo, saben que el que ha pagado es un país europeo’, indica Javier Touza, presidente de la Cooperativa de Armadores de Vigo. ‘Los estadounidenses agotan la vía diplomática hasta las últimas consecuencias y nunca descartan de entrada la acción militar. En todo caso, nunca hay que poner en peligro a los tripulantes secuestrados’.

‘La vida de un tripulante vale más que todo el atún del océano Índico’, sentencia José Manuel Muñiz, presidente de Aetinape. ‘Lo que deben hacer las autoridades europeas es tomar medidas para impedir la piratería. Si no hay secuestros, no hay ningún debate sobre los rescates’.

El negocio de la piratería amenaza con extenderse

A las portadas de periódicos e informativos de televisión sólo llegan los secuestros de barcos españoles, pero en esta zona del océano Índico se han registrado más de 440 incidentes en las dos últimas décadas.

‘Ahora tenemos un problema planteado en Somalia, pero nuestra gran preocupación es que la piratería se extienda a otros países del continente africano, en los que la pobreza y el desgobierno le facilitan las cosas a las mafias’, indica Javier Touza, presidente de la cooperativa de armadores de Vigo. ‘Debemos tener mucho cuidado con este tema porque son demasiados los países con un caldo de cultivo similar, sin estructura política estable y dominados por movimientos rebeldes’.

El peligro no está solo en África. ‘Son organizaciones bien estructuradas que buscan negocios en otras partes; desde Europa, las mafias dirigen sus tentáculos a otros puntos del planeta’, explica Francisco Peleteiro, abogado especializado en asuntos marítimos. ‘No es un fenómeno concentrado en el Índico. La actividad se ha extendido en los últimos cuatro años a aguas de Indonesia y otras zonas del Pacífico. Incluso se han detectado algunos casos frente a las costas de Albania y Grecia’.





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