GALICIA

La vida y la muerte en doce pasos

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photo_camera El lugar de la playa de Riazor donde se metió al agua la joven ourensana Andrea Domínguez.

El mar revoltoso ejerce una atracción fatal, sobre todo cuando se contempla con ojos de fiesta, pero el gesto de libertad de Andrea Domínguez al decidir mojarse en las aguas del Atlántico terminó en condena 

Sólo doce pasos entre la vida y la muerte. El mar revoltoso ejerce una atracción fatal, sobre todo cuando se contempla con los ojos llenos de fiesta. Eran sobre las 05,40 horas del viernes para los que no se habían acostado, del viernes para los que ya habían amanecido. Andrea Domínguez regresaba de marcha con otros dos jóvenes y a la altura de la Coraza se detuvo delante del océano. Allí estaba, tan cerca. Sólo doce pasos desde la seguridad de cemento del paseo marítimo a la orilla del peligro cuando el mar comienza a batirse en retirada.

Andrea se quitó la chaqueta, según contaron sus acompañantes, y corrió a mojarse en las resacosas aguas del Atlántico. Un gesto de libertad que acabó en condena. Para ella, porque ya buscan su cadáver una vez que se dan por agotadas las posibilidades de rescatarla con vida; para sus padres y hermana, que les queda agarrarse al consuelo de poder darle entierro; para sus amigos, que tampoco la volverán a ver por Ourense... 

El padre y la hermana a la que fue a visitar durante las vacaciones de Semana Santa en A Coruña estuvieron ayer, tanto por la mañana como por la tarde, en la zona cero del dispositivo de búsqueda. A la izquierda del espigón vieron con ojos de pena los últimos doce pasos, quizá alguno más dependiendo de la zancada, que dio Andrea. Justo detrás de donde hablaban con la edil de Seguridade Cidadá, Rocío Fraga, tenían la escultura que recuerda a los tres policías –Rodrigo Maseda, Javier López y José Antonio Villamor– que a unos metros también fueron tragados por el mar el 12 de enero de 2012 cuando intentaban rescatar al estudiante eslovaco de Erasmus Tomas Velicky. 

El padre y la hermana no quisieron expresar ante los medios sus sentimientos. "Están destrozados", se encargó de comunicar Rocío Fraga. "A nai quedou en Ourense e tamén está recibindo asistencia psicolóxica", añadió.  Los amigos y familiares que los consolaban se acercaron al periodista para exigir que no grabase imágenes del momento. Una absoluta desgracia que la joven y sus amigos no recordasen en la madrugada del viernes al padre de Tomas Velicky, cuando acudió hasta ese mismo sitio para recuperar el cadáver de su hijo.


En el arenal coruñés fallecieron catorce personas en los últimos años


A unos metros de donde la ourensana Andrea Domínguez decidió en la madrugada del viernes mojarse en el océano Atlántico después de salir de fiesta, se levanta un monumento que la ciudad de A Coruña dedicó al estudiante de Erasmus Peter Velicky y a los agentes de la Policía Nacional Javier López, Rodrigo Maseda y José Antonio Villamor, que murieron en esta misma zona el 12 de enero de 2012 al tratar de rescatar al joven eslovaco. Paradójicamente, la tragedia también sucedió muy cerca de donde el mar se llevó a la ourensana. Este espigón conocido como la Coraza separa los arenales de Riazor y del Orzán y es una de las zonas más peligrosas de la bahía coruñesa.

En los últimos doce años se han registrado catorce fallecidos en estas aguas, aunque ninguno tan llamativo como el del estudiante eslovaco de Erasmus. El 10 de abril del año pasado falleció ahogado Moussa Cissé, un senegalés de 17 años cuando intentaba recuperar una pelota del mar. El percebeiro Roberto Escariz murió en 2008 a la edad de 40 años cuando trabajaba en las proximidades del Aquarium Finisterrae. Demuestra que el mar no tiene clemencia ni con los que mejor lo conocen. En el 2006 la bahía coruñesa se cobró otras cuatro vidas, en uno de los años más trágicos. 

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