El Xacobeo pasa en Semana Santa el test de seguridad

Peregrinos y visitantes realizan una cola para poder pasar por la Puerta Santa de la Catedral compostelana. (Foto: X. REY)
Los peregrinos que eligieron la Semana Santa para cumplir con el Apóstol fueron los primeros en sufrir las incomodidades del estricto dispositivo de seguridad, con el máximo nivel de alerta.
No entraba en sus previsiones, pero han pasado la Semana Santa en Santiago de Compostela. Juan y Pedro, que no conocían la ciudad, ya han descubierto “algunos de los rincones más especiales del casco histórico”. No son peregrinos, son dos de los 170 agentes de la Policía Nacional que han reforzado el dispositivo de la ciudad para estos días de mayor afluencia. “No hemos hecho el Camino, pero en estos días acumulamos casi tantos kilómetros como algunos de los peregrinos”, bromean. “No dejamos de recorrer la ciudad en nuestra ronda diaria”, explica uno de los agentes. “Y en unas condiciones muy pocos favorables”, añade su compañero. “Nos habían dicho que llovía mucho, pero no podíamos imaginarnos estas cantidades”.

Los agentes conducen la conversación hacia cuestiones meteorológicas y advierten. “Sólo podemos hablar del tiempo y poco más, no estamos autorizados a comentar nada del dispositivo de seguridad”. Pese a sus reticencias, el refuerzo de las medidas de vigilancia no pasa desapercibido para los vecinos de Santiago, ni para los turistas. La ciudad estaba en el nivel máximo de alerta y los controles son especialmente visibles en el casco histórico.
“Cuanto más te acercas a la catedral, más seguridad encuentras”, cometa un turista andaluz que busca en Santiago “el abrazo del Apóstol y la magia de la lluvia”.
La plantilla de la Policía Nacional, que durante todo el Xacobeo cuenta con una dotación adicional de setenta unidades, recibía los refuerzos especiales de Semana Santa el domingo 28 de marzo: llegaban 170 agentes más, acompañados de ocho parejas de la Guardia Civil. Los equipos de la Benemérita se encargan de la vigilancia en los caminos de Santiago, mientras que a los efectivos de la Policía Nacional les corresponde el control de la ciudad.

Son casi cuatrocientos miembros de las fuerzas de seguridad que trabajaron de forma coordinada con los 170 policías locales de la capital gallega. “Es imposible incrementar la plantilla o traer agentes de fuera y, como ocurrió en anteriores Años Santos, nuestros agentes han tenido que realizar más horas extras”, explica el alcalde, Xosé Sánchez Bugallo. “Pese a los recortes motivados por la crisis económica, reservamos un millón de euros para esta partida presupuestaria”.

Los controles del acceso a la Catedral son responsabilidad de una empresa privada de vigilancia, aunque en la entrada de Platerías y en la Puerta Santa también es habitual la presencia de miembros de la Policía Nacional. Los agentes de Segur 10, siguiendo los protocolos establecidos por la comisión coordinadora, se encargan de controlar el aforo y la entrada en el templo. “Ante la masiva afluencia prevista para estas fechas, se colocaron contadores en las tres puertas de la basílica (una de entrada y dos de salida) que nos permiten conocer cuantas personas están en el interior”, explica un representante de la compañía. La única limitación es la capacidad del edificio que, según un estudio encargado por el concello a la Universidad de Santiago, oscila entre las 1.200 y las 1.500 personas. En momentos de saturación, los vigilantes son los encargados de que los visitantes esperen su turno para acceder al interior del templo para evitar aglomeraciones.

Los detectores de metales estarÁn hasta fin de año
Los agentes de seguridad privados que controlan la entrada en la fachada de Platerías informan a los peregrinos y visitantes de la prohibición de acceso con mochilas. “Están habilitadas perchas y consignas en la Casa do Deán”, explican mientras señalan con el brazo extendido hacia sede de la Oficina del Peregrino.

Sus indicaciones no satisfacen a los fieles que, a pocos minutos de que empiece la Misa, lamentan que se ralentice el acceso. “No llevamos ninguna bomba en el bolso”, indica una mujer. “Llevo más de veinte años viniendo y nunca fue necesario tomar tantas medidas de seguridad”.

Unos peregrinos madrileños, que acaban de depositar sus mochilas en la consigna y pasar por los arcos de seguridad, son más comprensivos. “Es por el bien de todos y hay que ser comprensivos”. Prohibidos los grandes bultos, los agentes revisan los bolsos de algunas turistas y se familiarizan con los detectores de metales.

“No creo que una persona calzada con chanclas (y calcetines) sea sospechosa de cometer ningún atentado”, bromea un peregrino antes de recoger la ansiada Compostela, el documento que acredita la realización y finalización de la ruta jacobea.

La presencia policial aumenta de forma progresiva, coincidiendo con la afluencia de visitantes a las inmediaciones de la Catedral, y es especialmente notable durante los días festivos, pero durante toda la Semana Santa había dos furgonetas policiales flanqueando la plaza del Obradoiro.

“Ya nos hemos acostumbrado a la escolta”, explica José. “Es la cuarta vez que hago el Camino y nunca había visto tanta seguridad en la ruta y en la propia ciudad”. La sensación de este peregrino es confirmada por las cifras: además de los agentes de la Policía Local y Autonómica, casi medio millar de unidades de la Policía Nacional velaron por la seguridad en la capital gallega y su entorno, mientras que 3.200 guardias civiles se encargan de garantizar la tranquilidad en las diferentes rutas y en los albergues. Voluntarios, patrullas ciudadanas, efectivos de Protección Civil, el Seprona y los escuadrones de caballería completan en dispositivo fijado por el órgano de coordinación superior del Plan Director de Seguridade del Xacobeo.

El nivel de alerta en durante la Semana Santa es similar al de la ceremonia de Traslación y al que se activará durante el verano. La visita del Papa, en el mes de noviembre, obligará a tomar medidas especiales que aún no han sido definidas. “Estamos trabajando sobre el tema, pero hasta que venga el enviado papal e informe de la estancia de Benedicto XVI en Santiago no se podrán cerrar todos los detalles”, argumenta Antón Louro, delegado del Gobierno en Galicia.

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