ACCIDENTE DE ANGROIS

El Xardín do Recordo rezuma vida dos años después de la tragedia

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photo_camera Un operario trabaja en el "Xardín do Recordo", de la aldea de O Faramello. (EFE)

La accidente de Angrois es un drama humano con nombres propios, y todos, los 81 que perdieron la vida en las vías, van a tener un árbol en el Pazo de Faramello

La tragedia ferroviaria de Angrois es un drama humano con nombres propios, y todos, los 81 que perdieron la vida en las vías, van a tener un árbol en el Xardín do Recordo del Pazo de Faramello, donde las plantaciones se encuentran muy avanzadas y el jardín de uso público poco a poco ya cobra vida.

En un pequeño rincón de la aldea de O Faramello, en el ayuntamiento coruñés de Rois, y paralelo al viejo Camino Portugués, crece el "Xardín do Recordo", en su acepción gallega, nacido para honrar a las víctimas del trágico accidente que el 24 de julio de 2013 propició la víspera del Día de Galicia más amargo de cuantos se hayan conocido.

A modo de homenaje comenzó a crecer -ese mismo día, según cuenta su creador, Gonzalo Rivero de Aguilar- la semilla de lo que terminaría siendo este "Xardín do Recordo", aún hoy en construcción, pero cada vez mayor y más poblado de árboles, que guarda la memoria de los que se fueron en el Alvia que llegaba a Santiago.

"La idea surgió el mismo día", en aquella luctuosa jornada, recuerda su impulsor, con los ojos vidriosos ante la cercanía del segundo aniversario de este siniestro, y remarca que el lugar al que ha dado forma es un "sitio público y de libre acceso" que se verá ampliado en el futuro, con columpios, toboganes y bancos.

"Muchísima gente de todo el mundo ha donado los árboles, a este jardín que es de todos y para todos", enfatiza en una conversación con Efe, y apunta que son muchos los visitantes que reciben, algunos llegan en coche, otros en bicicleta y, los que más, andando, debido al discurrir del propio Camino de Santiago.

Víctimas y familiares de aquel accidente que descarriló el ánimo de todo un país, España, y del mundo entero, acudirán este fin de semana al jardín para hallar consuelo en estas particulares fechas, que son especiales.

Parientes y amigos de los fallecidos en la curva de A Grandeira, a la altura del barrio compostelano de Angrois, la "zona cero", encuentran todavía hoy en la naturaleza esa serenidad que tanto necesitan.

Gonzalo Rivero de Aguilar comenta que el objetivo de este espacio verde es, no en vano, "recordar a las víctimas, sobre todo", y, a la vez, estar ahí como una especie de llamamiento para que lo que ha ocurrido "no se repita".

Algo tan tremendo no se olvida en la vida, sostiene este hombre, que pensó en este jardín porque el 24 de julio de 2013, la fecha en la que se accidentó el Alvia que cubría esa tarde la ruta entre Madrid y Ferrol, tuvo una mala noticia de salud, de la que le informó su médico, al que llamaron para que colaborase con la ayuda sanitaria prestada en Angrois.

El propio Gonzalo tampoco lo dudó al enterarse de lo sucedido y acudió a la "zona cero", en la que se registró el siniestro, para también él "intentar" cooperar.

De sus complicaciones se ha recuperado y ahora está volcado con este proyecto que cuenta con la colaboración de la Fundación Juana de Vega, que preside Enrique Sáez, y en concreto con la ayuda de la prestigiosa paisajista Isabel Aguirre.

El primer árbol del jardín lleva el nombre de Laura. Asunción Ferreiro no ha aprendido a vivir sin esa Laura, su hija, puesto que cada día se levanta pensando en su sonrisa.

En el tren viajaban de vuelta a casa esta joven y la pareja de ella, David, ambos estudiantes de Medicina en Lleida, y la última noticia que tuvo Asunción de ellos fue que estaban en Ourense y que llegarían pronto, algo que, por desgracia, jamás sucedió.

Asun, diminutivo cariñoso con el que se le conoce, plantó ella misma el árbol con el que se inauguró el jardín, el llamado Laura.

El Pazo de Faramello honra a esta chica y a todos los que ya no están con un emotivo vergel que trascenderá al paso del tiempo.

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