Jennifer Aniston es guapa, rica y exitosa, pero su vida amorosa no acaba de despegar. Ninguno de sus romances ha llegado a buen puerto, y a sus 41 años ya hay quien tilda su situación de 'desesperada'. Aquí explicamos las claves de su historial romántico.
El divorcio de Brad Pitt marcó un antes y un después en la vida de Jennifer Aniston. A partir de ese punto, su vida amorosa ha ido sumando un fracaso tras otro, potenciando una imagen que no le ayuda precisamente a conseguir una pareja estable.
Pero según el análisis de Hollywood Life, la solución podría pasar por cambiar ciertos hábitos que generan señales disuasorias para posibles pretendientes.
Primero de todo, está su historia personal. El fracaso con Brad Pitt no ha sido olvidado por el público ni los medios, y supone un lastre del que Aniston no parece capaz de zafarse.
Otro de los fallos es la importancia desmedida concedida al aspecto profesional. Ser actriz supone tomar aviones cada dos por tres, por lo que es difícil mantener una relación, y más si la otra persona también es artista.
Obviamente, Aniston no tiene que aparcar su carrera por un hombre, pero este hecho sí ha podido dificultarle cuidar de sus relaciones. Y es que primar siempre un aspecto de la vida sobre los demás no es algo saludable.
Además, la imagen que Jennifer proyecta es de mujer diez, continuamente en el gimnasio o sometiéndose a tratamientos de belleza. Y si se le añade la conocida obsesión de la actriz por la limpieza y el orden, en principio no parece que sea sencillo estar a su lado.
Pero a su lado ya están sus amigas, que le brindan todo su apoyo cuando lo pasa mal durante estos fracasos. Aunque quizá pueden ser también un factor que los provoque. Courteney Cox y Chelsea Handler, que hacen piña con Aniston, parecen ser unos guardaespaldas cuya aprobación hay que ganarse para estar con la actriz.
Claro que por muy buenas amigas que sean, no parece que puedan evitar la causa principal de la mala suerte de Jennifer en el amor: escoger a los chicos inapropiados.
Porque ella puede estar cometiendo errores, pero los hombres en que se fija no se quedan atrás. Suelen ser conocidos mujeriegos de Hollywood sin ninguna gana de comenzar una relación sana y estable, nada recomendables. Y como ejemplo reciente, John Mayer.
Pero según el análisis de Hollywood Life, la solución podría pasar por cambiar ciertos hábitos que generan señales disuasorias para posibles pretendientes.
Primero de todo, está su historia personal. El fracaso con Brad Pitt no ha sido olvidado por el público ni los medios, y supone un lastre del que Aniston no parece capaz de zafarse.
Otro de los fallos es la importancia desmedida concedida al aspecto profesional. Ser actriz supone tomar aviones cada dos por tres, por lo que es difícil mantener una relación, y más si la otra persona también es artista.
Obviamente, Aniston no tiene que aparcar su carrera por un hombre, pero este hecho sí ha podido dificultarle cuidar de sus relaciones. Y es que primar siempre un aspecto de la vida sobre los demás no es algo saludable.
Además, la imagen que Jennifer proyecta es de mujer diez, continuamente en el gimnasio o sometiéndose a tratamientos de belleza. Y si se le añade la conocida obsesión de la actriz por la limpieza y el orden, en principio no parece que sea sencillo estar a su lado.
Pero a su lado ya están sus amigas, que le brindan todo su apoyo cuando lo pasa mal durante estos fracasos. Aunque quizá pueden ser también un factor que los provoque. Courteney Cox y Chelsea Handler, que hacen piña con Aniston, parecen ser unos guardaespaldas cuya aprobación hay que ganarse para estar con la actriz.
Claro que por muy buenas amigas que sean, no parece que puedan evitar la causa principal de la mala suerte de Jennifer en el amor: escoger a los chicos inapropiados.
Porque ella puede estar cometiendo errores, pero los hombres en que se fija no se quedan atrás. Suelen ser conocidos mujeriegos de Hollywood sin ninguna gana de comenzar una relación sana y estable, nada recomendables. Y como ejemplo reciente, John Mayer.
