reportaje

2019, el año de la buena cosecha para las bodegas ourensanas

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photo_camera La cosecha de este año recolectará 32 millones de kilos de uva. (XESÚS FARIÑAS)
Las denominaciones ourensanas recogen en la vendimia de este año un veinticinco por ciento más que en 2018, con datos especiamente buenos para Ribeiro. Ribeira Sacra y Valdeorras

La vendimia está virtualmente finalizada y la cosecha de 2019 se está convirtiendo en vino en las 283 bodegas de las regiones vinícolas de la Galicia interior: las denominaciones de origen de Monterrei, Ribeira Sacra, Ribeiro, Valdeorras y la Indicación Geográfica Protegida de Val do Miño. Por primera vez en muchos años, ha sido un buen año en producción para todos. A falta de cerrar las cifras definitivas, se estima que el conjunto de los 8.149 viticultores que están acogidos a alguna de las DO o IGP antes mencionadas, rondarán los 32 millones de kilos de uva recolectada, casi siete millones más que el año pasado.

Si dice el refrán que nunca llueve a gusto de todos, y este año hubo muchas quejas en el sector turístico porque el verano tuvo sus más y sus menos desde el punto de vista de las condiciones climáticas, para la agricultura en general y la viticultura en particular, fue un año de libro. Técnicos y enólogos se mostraban satisfechos por la evolución del ciclo vital de las vides en un año en el que llovió cuando mejor convenía y el calor permitió que la uva madurase en el tiempo adecuado, sin que algunas borrascas veraniegas causasen especial problema a viticultores que estaban atentos para tratar de manera adecuada los efectos del conjuro que siempre atrae las enfermedades como es la presencia a un tiempo de humedad y calor.

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El ciclo no se desarrolló por igual en todas las zonas. Así, en Valdeorras, que suele ser la primera denominación de origen a la hora de iniciar la vendimia, en las últimas semanas de agosto, este año le cedió el puesto a la Ribeira Sacra, que dio el pistoletazo de salida en la subzona de Amandi el 28 de agosto, con la variedad Godello, la primera en ser recogida. No en vano la denominan la “tempranillo” de las blancas gallegas.


Campaña tranquila


Entre los últimos días de agosto y los primeros de septiembre, empezó la vendimia de manera puntual en todas las denominaciones de origen, pero su generalización se extendió a partir de la segunda semana de septiembre. Como es habitual, las variedades blancas precedieron a las tintas en el trabajo en los viñedos. Y dentro de las blancas, las destinadas a espumosos y tostados antes que las que se destinan a la vinificación de vinos jóvenes y de crianza. En el caso de los tostados, cuya elaboración está reconocida en las denominaciones de origen del Ribeiro y Valdeorras, se procede a la selección de los racimos más sanos y que mejores condiciones presenten para su posterior pasificación. En los espumosos, la recolección temprana tiene por objeto conseguir uvas de variedades, en el caso de las regiones ourensanas se trata de Treixadura en el Ribeiro y Godello en Valdeorras, que no alcancen el punto álgido de su maduración y grado alcohólico, ya que la segunda fermentación en botella les aporta un contenido alcohólico adicional que, de realizarse con uvas muy maduras elevaría demasiado el grado del mismo.

Con todo, se llevó a cabo una vendimia muy relajada en todos los valles vitícolas de la provincia de Ourense, gracias a unas condiciones climáticas que, si bien incluyeron la presencia de lluvia en momentos puntuales, no perjudicaron al estado fitosanitario de los racimos, por lo que no hubo que apurar el trabajo.

Puga (Toen). 14/09/2019. Inicio de la vendimia del Ribeiro en la zona de Puga. En la foto la vendimia de la bodega Campante en Puga.
Foto: Xesús Fariñas

Si la vendimia fue buena para todas las denominaciones de origen, la que más lo celebra es la histórica, el Ribeiro, que ha roto la mala racha de cosechas en las que no llegaba a los diez millones de kilos de uva, ya fuera por heladas y granizo, ya por plagas, que en 2018 recortaron su producción a nueve millones. Este año han logrado en torno a los doce millones de kilos. 

El Ribeiro, con 115 bodegas inscritas al finalizar 2018, 4.127 viticultores y una superficie certificada de 2.250 hectáreas, es la región vinícola más grande de la provincia de Ourense y de la Galicia interior, que incluye también a la Ribeira Sacra que comparte esta provincia con la de Lugo. Precisamente la Ribeira Sacra, con 1.238,3 hectáreas y 2.376 viticultores es la segunda en extensión, y también la segunda en número de bodegas, con 94 que han llenado sus depósitos con el mosto producido por algo más de 7,2 millones de kilos de uva, la mayor cifra de toda su historia.

Al igual que el Ribeiro, para Valdeorras la cosecha de 2019 también es la de la recuperación, tras varios malos años debidos a la acción del pedrisco, las heladas y plagas como el mildiú, que situaron la producción de 2017 y 2018 en torno a los 4,5 y 4,67 millones de kilos respectivamente, frente a una media de seis millones de kilos en la última década. Cerrarán la vendimia de este año con un incremento de dos millones de kilos con respecto a la anterior, llegando a los 6,6 ó 6,7 millones. La región vinícola más meridional de Galicia tiene una superficie cultivada de 1.156 hectáreas, en los valles del Sil y el Bibei, con 1.221 viticultores y 43 bodegas inscritas.

Monterrei, que el año pasado batió el récord de su historia alcanzando nada menos que 5,6 millones de kilos, se quedará este año a las puertas de revalidar la cifra, tal vez con algo menos de los 5,5 millones. La superficie cultivada de Monterrei es de 578 hectáreas, con 418 viticultores y 26 bodegas.

Puga (Toen). 14/09/2019. Inicio de la vendimia del Ribeiro en la zona de Puga. En la foto la vendimia de la bodega Campante en Puga.
Foto: Xesús Fariñas

Siendo la más pequeña de las denominaciones de origen de Ourense, Monterrei resulta un gigante si la comparamos con la única indicación geográfica protegida que existe en la provincia: Val do Miño, que comparten parroquias de Amoeiro, Ourense, Cartelle, Coles, A Peroxa, Nogueira de Ramuín, Barbadás, Toén y otros municipios que se encuentran en la frontera de las denominaciones de origen del Ribeiro y Ribeira Sacra, con el Miño y alguno de sus afluentes como seña de identidad. Pese a su gran extensión geográfica, la superficie cultivada y acogida a esta IGP es de 8,1 hectáreas, con siete viticultores y 5 bodegas.


Cada año se acusa más la falta de personal


Uno de los problemas que más se ha acusado en esta campaña fue la falta de vendimiadores. Algo que ya se veía venir por la experiencia de años anteriores y que se va acuciando a medida que pasan los años. Las empresas de trabajo temporal y las oficinas de empleo del INEM colgaban en sus tablones de anuncios y en sus páginas web las ofertas de empleo para vendimiadores. El envejecimiento y la pérdida de población en el rural constituyen las principales causas para generar una carencia de un tipo de trabajo que, si bien no requiere una cualificación especial, sí precisa de un trato cuidadoso con los racimos en el momento de su recolección y cierta pericia a la hora de seleccionar los más maduros, dejando los que podrían ser objeto de una recogida posterior en la cepa. El problema que fue común a toda Galicia, y de manera más acusada en Rías Baixas, se palió parcialmente con la incorporación de operarios portugueses, que ven en las denominaciones de origen gallegas mejores condiciones económicas que las que se ofrecen en Tras-ós-Montes y Vinhos Verdes, las dos regiones vinícolas fronterizas del país vecino.


Mecanización imposible


La cooperativa Martín Códax, que tiene viñedos y bodega en Monterrei, ensayó este año la recolección mecánica en una de sus fincas de dicha denominación de origen. Lo hizo en un viñedo plantado en una única parcela de 60 hectáreas, cuya plantación ya había sido concebida para admitir el paso de una vendimiadora mecánica. Si bien es una técnica que se emplea con frecuencia en áreas vinícolas de Cataluña, La Mancha y otras regiones de España, en las que la mecanización permite reducir costes y llevar a cabo una tarea para la que, de lo contrario no habría mano de obra suficiente, en Galicia, con un modelo de viticultura en régimen de minifundio resultaría totalmente inviable en la mayoría de los casos, especialmente en Ribeira Sacra, donde predominan los bancales en pronunciadas pendientes, o el Rías Baixas, con el sistema de conducción de las cepas en emparrado.

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A falta de profesionales, lo que sí aumenta cada año es el número de turistas que se apuntan a la vendimia. Para la mayoría es simplemente un recorrido por los valles en los que ven la faena desde la distancia. Pero ya hay bodegas que lo contemplan dentro de sus paquetes de actividades de enoturismo, como una experiencia compartida en la que los visitantes reciben una pequeña instrucción antes de salir al campo, un sombrero de paja y unas tijeras de poda. Lógicamente, se trata de una experiencia muy satisfactoria para quien la lleva a cabo, aunque nunca tiene por objeto reemplazar con espontáneos la tarea que requiere de práctica y pericia.

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