Alcriques y agujas, los otros pescados del verano

En muchos lugares de Galicia la aguja y el alcrique se consideran sinónimos, como la zamburiña (que no hay)  que se confunde con la volandeira.

A medida que se alarga  la primavera van apareciendo en las lonjas y en las plazas los pescados azules. Primero llegaron las xoubas y las sardinas. En realidad ya estaban a la venta las que vienen del Mediterráneo. Con ellas, los jureles y los chinchos, que ahora están en mejor comida. También las caballas, que según en qué zona de Galicia también se las conoce como xardas y rinchas. Pero por lo general solemos olvidarnos de unos peces que tienen un singular aspecto alargado y que concluye en su boca con una aguja o pequeña espada.

Las agujas tienen nombre científico de latin lover del cine en blanco y negro: Belone belone; el alcrique, en cambio, de película de monstruos al estilo Godzilla: Scomberesox Saurus. Se diría, por su nombre,  que se pesca en las aguas de la isla de King Kong. Pero no. Uno y otro son comunes en en Atlántico Norte y también en el Mediterráneo. En Andalucía también la llaman saltón, a la aguja, y según su tamaño, agujeta, si es más pequeña y agujón al más grande.

La aguja llega ahora a su mejor momento, y desde junio hasta bien avanzado el mes de septiembre. Se la identifica por su espina verdosa. El sabor de su carne, más compacta que la de la sardina, es intenso y agradable. La manera más cómoda de prepararla es frita, troceada si es grande, pues puede alcanzar más de medio metro de longitud y ligeramente enharinada, o simplemente a la brasa, con unos granos de sal y luego acompañada de unas patatas cocidas y unos pimientos verdes.
El alcrique llega un poco más tarde, a mediados de verano hasta avanzado el otoño. Visualmente son muy parecidos, con ese cuerpo estilizado y apéndice puntiagudo, aunque el alcrique es de menor tamaño.

Las pescaderías no son los principales clientes de estas especies, tal vez porque la demanda de su consumo en fresco todavía no está muy extendida. La mayor demanda procede de las conserveras que las venden troceadas en aceite de oliva o de girasol.

Como todo en la vida, tiene sus defensores y sus detractores, pero lo cierto es que las agujas en conserva ganan por goleada a las xoubas en intensidad de sabor. A quienes eso les parezca un defecto preferirán la delicadeza de la sardina frente a la consistente y sabrosa aguja.

Circula por Internet una lista "negra" de pescados que no se deben de comer por su alto contenido en mercurio y en ella incluyen a la aguja. Pero ahí se refieren a otra especie que no tiene nada que ver con la nuestra y está más emparentada con el pez espada y el pez vela, dos grandes viajeros oceánicos que al alcanzar un gran tamaño y vida más prolongada, van acumulando la toxicidad que reciben del mar.
 

Te puede interesar