CRÍTICA

“Dos buenos tipos”: divertida y delirante

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La cinta se apoya en un guión sólido, en personajes bien dibujados y en interpretaciones solventes

El malogrado detective privado Holland March (Ryan Gosling) y el matón a sueldo Jackson Healy (Russell Crowe) no tienen nada en común, excepto un pequeño problema con la bebida. Cada uno por su lado, sobrellevan una anodina existencia, Healy es un tipo melancólico y March que, literalmente, ha perdido su olfato, un desastre, aunque es su hija Holly (Angourie Rice) quien le ayuda a sobrellevarlo.

Todo cambia cuando ambos se ven inmersos en la misteriosa desaparición de Amelia (Margaret Qualley), una joven relacionada con la industria de la pornografía que ambos están siguiendo. Será entonces cuando se vean forzados a colaborar para resolver el caso, y se conviertan además en el blanco de unos entrenados asesinos.
No es de extrañar que el director de la cinta sea el mismo guionista de Arma letal (1987) o El último boy-scout (1991), películas que destacaban por la acción divertida con ritmo intenso y constante.

El punto de partida no puede ser más divertido puesto que el brillante guión dibuja muy acertadamente la figura de dos personajes patéticos. “Dos buenos tipos” plantea un mundo en el que dos inadaptados solo saben abrirse paso a golpes, a menudo entre ellos mismos.

Al desarrollo de los personajes y la historia influyen notablemente unos diálogos cortantes que evocan a Tarantino aunque en realidad, Shane Black lleva escribiendo guiones de este tipo antes del bum de Tarantino.

El siguiente punto a favor de l film  es una consecuencia de lo  anterior puesto que el desarrollo narrativo es impecable gracias al brillante trabajo de los dos actores protagonistas que le otorgan mucha fisicidad a la historia y le aportan aún más sentido del humor aunque a veces parece que a los dos actores les falte algo de química en escena. 

“Dos buenos tipos” es una brillante y digna deconstrucción del género negro.

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