Si echamos mano de los congelados que llegan del Atlántico Sur, de los caladeros cercanos a Malvinas, tienen un precio similar, cuando hace diez años estaban a poco más de un euro el kilo.
Hace algunas semanas hablábamos de la disparidad de orígenes de los que puede llegar el pulpo a nuestras pescaderías, la mayoría de las veces congelado, pero que por muy distante que sea su origen, el precio se ha disparado.
Sin embargo, en el caso de los calamares, chipirones cuando son pequeños, luras en gallego o lulas en portugués, sí que varían muchísimo de precio en función de su procedencia.
Y se da la circunstancia de que cuánto más lejos esté su origen más baratos resultan. Los calamares que llegan del Pacífico y del Indico se pueden encontrar por menos de siete euros el kilo, casi siempre descongelados. Los calamares de tamaño más grande, procedentes de aguas del Cabo de Buena Esperanza, entre los 10 y los 14 euros. También se venden recién descongelados.
Si echamos mano de los congelados que llegan del Atlántico Sur, de los caladeros cercanos a Malvinas, tienen un precio similar, cuando hace diez años estaban a poco más de un euro el kilo.
Pero ¿Y los nuestros, los que llegan frescos a los mostradores de las pescaderías? Ahí dependerá de las artes de pesca, el tamaño y la abundancia o escasez, pero pueden estar entre los 14 y los 27 euros el kilo. El peso de la sobre explotación empieza también a notarse en esta especie.
