Es la puerta natural de Galicia a la región de Trás-os-Montes y de los transmontanos a nuestra tierra. Sin fronteras intermedias desde hace treinta años, Chaves y Verín conforman ahora la que fue primera eurociudad del noroeste de la península. A lo largo de dos mil años fueron más los puntos de encuentro que los conflictos.
La vocación de encuentro entre Chaves y Verín arranca de varios siglos atrás. A principios del XX, un importante grupo de empresarios intentaron una comunicación más fluida, enlazando ambas ciudades con un trazado ferroviario de vía estrecha: un tren que empalmase Verín con el Duero, a través de la Linha do Corgo, y Chaves con el resto de Galicia y de España con una vía que debería conectar Verín y Ourense, proyecto que fue defendido sin éxito hasta casi la década de 1930.
Aquella reivindicación largamente demandada fue finalmente conseguida, pero cambiando el formato ferroviario por el de una autopista con ramificaciones que abre la región de Tras-ós-Montes al turismo de proximidad de los gallegos y en sentido inverso, Galicia al turismo portugués.
Con casi cincuenta mil habitantes, Chaves mantiene el encanto de las pequeñas ciudades portuguesas, con un cuidado casco urbano en el que el patrimonio histórico se impone sobre la modernidad.
Todavía es posible descubrir el legado romano: desde las termas, en las que sigue fluyendo del agua caliente como hace casi dos mil años, hasta el puente de Trajano, uno de los puentes romanos mejor conservados de toda la Península Ibérica. Situada en el trazado de la vía XVII, la primera que enlazó Braga y Astorga, Chaves cuenta con una gran riqueza termal: enfocada al uso terapéutico en el caso del balneario urbano, y al turismo del más alto nivel, en el de Vidago, el hotel balneario más suntuoso y glamuroso de la península.
Entre la arqueología y el relax termal, Trás-os-Montes cuenta con atractivo para todo tipo de viajeros: los fans de 
la arqueología ferroviaria, tendrán ocasón de seguir el trastro de las líneas de vía estrecha que surcaron hasta hace unos años su sinuoso paisaje y que permitían viajar en tren desde Oporto a Chaves, a Bragança o a Miranda do Douro. Los amantes de contrastes, podrán disfrutar de los verdes paisajes agrestes de las montañas del norte y de los casi desérticos valles de la franca más oriental.
Son contrastes que propician una variada gastronomía basada en una ganadería autóctona en la que destaca el cerdo bísaro, hermano del porco celta gallego. Los embutidos y "fumeiros" transmontanos conforman una de sus señas de identidad, como lo son la oveja churra, la cabra transmontana, las razas bovinas Mirandesa, Barrosa y Maronesa, y sobre todo, el aceite de oliva, considerado por los críticos entre los mejores del mundo.
