LA REVISTA

Cuando los dioses eran animales

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photo_camera Hathor.

Lo son todavía en India, y lo fueron en el Antiguo Egipto, donde las divinidades se asociaban con animales concretos fruto de la observación.

La religión egipcia nunca fue sistematizada y de ahí su complejidad: se creó por acumulación de los distintos cultos del Alto y Bajo Nilo, que se fueron incorporando al panteón en desorden salvo excepciones (como la integración del dios del Norte, Ra, con el del Sur, Amón, en una divinidad única). Pero su origen es claramente el de una religión de la naturaleza, con los ciclos propios del nacimiento, crecimiento y muerte. El sol (Ra) contempla su nacimiento como Ra-Jepri, su cénit, como Ra-Horajty, y su ocaso como Ra-Jnum. Después llegaría su tránsito por el inframundo, donde reinaba Osiris, y su nuevo renacer. Y así de forma infinita, una y otra vez. Sólo con el paso de los años acabó derivando en un culto trascendente del que son tributarios judaísmo, cristianismo e Islam.

Jepri es un escarabajo. Los egipcios observaron que formaban pelotas, que identificaron con el sol, y que de su interior nacía sus crías, que significaba la resurrección. Es Ra al amanecer.
Anubis, el dios que acompaña a los muertos en su viaje por el inframundo, es un chacal, el cánido que los egipcios observaban que merodeaba por los cementerios.
Beset, la gata, es la imagen dulce de la Diosa leona Sejmet, la terrible vengadora sangrienta. También puede identificarse con Hathor, la Diosa vaca, esposa de Horus, el halcón.

Sobek, el cocodrilo, es uno de los dioses más llamativos. Para los egipcios este reptil no era un ser malvado, aunque lógicamente desconfiaban de su presencia. De ahí que le mantuvieran devoción. Hubo una reina del Imperio Medio que llevó su nombre. Nefer-Sobek, “La perfección de Sobek”.

Horus es quizá el más famoso, y complejo. Hijo de Osiris resucitado y la Virgen Isis, su figura es la del halcón, el ave rapaz que señorea los cielos africanos, de ojo infalible. Luego fue identificado con Ra, conformando dos formas de un todo. Su esposa es Hathor, que significa “El Templo de Horus”.
Tausret es la Diosa hipopótamo, curiosamente vinculada con las embarazadas debido a que los egipcios observaron que las madres de esta especie eran muy cuidadosas con sus crías. El hipopótamo para los egipcios es un animal terrible. De hecho, significa “La poderosa”. También hubo una mujer-faraón que llevó su nombre, Tausert, de la Dinastía XIX, la última de dicho período.
Amón era el gran dios del Imperio Medio y Nuevo y acabó convirtiéndose en el principal de Egipto al fusionarse con Ra. Significa “El oculto”, y en efecto, su imagen se encontraba en el lugar más recóndito del santuario de Karnak, el mayor templo construido en todo el mundo. Se le representaba como hombre o bien como carnero, al percibir los egipcios que el macho dirigía el rebaño. Varios faraones llevaron su nombre en los imperios medio (los Amenemhat, que significa “El templo de Amón”) y nuevo (los Amonhotep, “Amón está satisfecho”).

Seth es el Dios del mal, del caos, la guerra y el desierto. El que rompe el equilibrio y la justicia –o la fuerza que une al universo- cuando los faraones son débiles y no logran imponer el Maat, el lado luminoso. Se representa como un animal híbrido, con orejas de burro y cuerpo de perro, pero muy fuerte. Mató a su hermano, Osiris, para hacerse con Egipto, y fue destronado por su sobrino, Horus, que sería el primero de los faraones. La ceremonia más importante del culto del Nilo era precisamente la entrada triunfal en el templo de Horus a lomos de su tío Seth. Un rey guerrero sobre un pollino. Como la tradición judía con el rey mesías entrando en la ciudad sobre un burro…

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