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De Doré a Daumier, el Quijote ilustrado

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Doré nos arroja un expresionismo rabioso, de una intensidad que acelera la visión del conjunto de las páginas, que te hacen soñar tanto como el libro. 

Al libro español más difundido e influyente, que desde el inicio -S XVII- contaba con ediciones en Inglaterra, Francia o Alemania, le costaría lo suyo tener unas ilustraciones a la altura, entre otras consideraciones porque la estampación en su grado más elaborado quedaba reservada para tratados de arte y libros de humanismo. Esta cuestión, según los estudiosos del Quijote implica, que a pesar de su rápida difusión, el camino de las ilustraciones fuera otro, y no siempre de un nivel artístico como se merece una novela con voz propia y espíritu renovador. 

Son infinidad los ilustradores que han dado vida a las andanzas del Quijote, enumerarlos ya es laborioso, reseñar el trabajo, bien difícil. 

Por las páginas del Quijote ha pasado Goya, quien en sus inicios, en 1780, aspiró a convertirse sin éxito en uno de los ilustradores de la primera gran edición -cuatro tomos- de la obra en España, al calor de las reformas y el brillo de la Ilustración como destino, De Goya sólo se conservan dos estampas ideadas para el libro promovido por La Real Academia Española, los elegidos serían José del Castillo, Antonio Carnicero, Barranco, Pedro Arnal y Gregorio Ferro. 

Después del éxito alumbrarían ya otras ediciones, brillando con luz propia Agustín Navarro y José Camarón. Trabajos que ya poco tenían que ver con el precursor de todos ellos en España, Diego de Obregón, que se limitó al plagio sin gracia de obras editadas en el extranjero. Entre los primeros ilustradores en Europa del Quijote estarían Jacob Savery (1617-1666), Andreas Bretschneider (1578-1640) y Léonard Gaultier (1570-1635), que dieron cuerpo a una estética que se haría perdurar; después llegarían Coypel, Vernet, en el XVIII. El XIX es el momento, dos autores imprescindibles, Daumier (1808-1879) quien, al óleo, plasmaría la singular figura en su personalidad más intimista. El otro, Gustave Doré (1833-1888), en varias ocasiones viajaría por España para emparse en su mirada.

Doré nos arroja un expresionismo rabioso, de una intensidad que acelera la visión del conjunto de las páginas, que te hacen soñar tanto como el libro. 

Nauteuil, Balaca, Sert, Jiménez Aranda, Moreno Carboner, Leslie, Boulanger, Johannot, Jules David, Dalí, Zuloaga, Picasso, Saura, Mingote, Barceló, Arroyo. 
Y muchos más, todos atentos a los desvelos del Quijote.

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