ICONOS

Egon Schiele, un pintor degenerado

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photo_camera Imagen: “Woman with black stockings”, 1913.

Todo discípulo desafía al maestro; Schiele, con veinte años, ya consideraba superado a Klimt y su visión edulcorada del universo femenino. Él quiso llegar más lejos; Klimt le aconsejó relajo, aplacar la furia y la líbido.

El trazo de Egon Schiele (Donau, 1890-Viena, 1918) fue casi mueca de su vida, una especie de chapuza consentida, pero con la precisión psicológica de un taxidermista de oficio. Demasiadas veces escuchó aquello de que su pintura era una imitación de Klimt, de quien se convertiría en discípulo y protector. 

Todo discípulo desafía al maestro; Schiele, con veinte años, ya consideraba superado a Klimt y su visión edulcorada del universo femenino. Él quiso llegar más lejos; Klimt le aconsejó relajo, aplacar la furia y la líbido. Sus dibujos se mostraban tórridos, cuando no explícitos en cuanto a contenido sexual, con modelos que mostraban su sexo o simulaban poses masturbatorias. Lo que era un universo rico, al mostrar el sexo crudo, la visión fría y la mirada interiorizada de los protagonistas -con él autorretratado en no pocas ocasiones- resultaría un problema, si para reflejar aquel mundo distendido -muchas de las modelos eran prostitutas- se recurría también a menores. Así llegó el calvario de la cárcel, 25 días, al ser denunciado por el padre de una joven de trece años, Tatiana von Mosjig, tal como se narra en la película “Exceso y castigo” (1981).
Aunque la pintura de Schiele era anti académica, su trazo de un tirón, sin levantar el lápiz del papel. su visión a vista de pájaro de la escena, sobre fondos planos, como enfatizando en el grado de soledad de los protagonistas, sorprende.  

Hay quien ha criticado esa visión hedonista y solitaria, obviando el oficio de muchas de aquellas protagonistas. Entre ellas, Wally Neuzil fue la modelo más recurrente, con la que tuvo una relación muy intensa. Con Wally abandonó la claustrofóbica Viena que tanto deprimía al pintor y se trasladó al campo, primero a Krumau, después a Neulengbach, donde sus prácticas escandalarizaron a los lugareños, tanto que optaron por regresar a Viena donde se siguieron amando, al tiempo que otras  mujeres se introducían en sus vidas, las hermanas Adele y Edith -pertenecientes a la burguesía- con quien llegaría a casarse, sin advertir nada a Wally.

La I Guerra Mundial separa sus destinos; él como intelectual tendría un destino cómodo. En 1917 se entera de la muerte de Wally. Ya en casa, Edith se queda embarazada pero fallecería de la gripe española; en 1918, la misma enfermedad se llevaría tambien la suya. Tenía 28 años.

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