LA REVISTA

El faro del fin del mundo

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photo_camera La Güera.

El auténtico fin del mundo estaría en una penínsual en el antiguo Sáhara español en cuyo extremo perduran los restos de una factoría y un campamento fundado por España

El lugar en cuestión se llama La Güera, que al parecer deriva de una palabra española para denominar a las zanjas excavadas para el agua en zonas de cultivo. Fue fundado por un oficial del ejército en 1920 como factoría y lugar de vigilancia del territorio en su extremo meridional. Había otro motivo: está a menos de 20 kilómetros de Nuadibu, la principal ciudad de Mauritania y su puerto más importante. España se aseguraba así el control de la entrada y salida por la península y de una amplia franja de la costa africana.

Aquel asentamiento prosperó durante más de medio siglo como fortín militar y puerto, con el faro “del fin del mundo” en su extremo. Así estuvieron las cosas hasta que en 1976 España tuvo que  salir del Sahara por el acuerdo tripartito de Madrid –uno de los actos más penosos de la Historia reciente- que dejó de la noche a la mañana a la población local abandonada a su suerte y la zona bajo control mauritano. Por poco tiempo: el Frente Polisario declaró la República Saharaui y la guerra a la débil  Mauritania, tomando en cuestión de pocos meses incluso la capital. El Gobierno mauritano aceptó la independencia del Sáhara y cedió al Polisario el territorio, que a su vez fue ocupado de forma unilateral por Marruecos, rompiendo el ominoso acuerdo de Madrid. Pero Mauritania retuvo La Güera para proteger su puerto de Nuadibu y evitar que la guerra del Polisario con Marruecos bloqueara su principal punto de entrada y salida. Lo extraño es que el Polisario lo aceptó. Pero no Marruecos, que ocupó la zona… apenas unos meses. En 1980 también abandonó La Güera, quedando de nuevo una guarnición mauritana en las proximidades.

En la década de los noventa, Marruecos volvió a la carga, tratando de levantar una ciudad en el vacío para asentarse en el territorio, que ha convertido en sus “provincias del sur”, pese a que la ONU mantiene que sólo tiene derecho a su administración. Gastó millones para nada: la arena lo engullía todo y el reino alauí acabó por tirar la toalla. En la primera década del siglo XXI, La Güera ya era una ciudad fantasma, sin vigilancia, ni población, tragada por el desierto. Nadie quería siquiera acercarse, aunque Mauritania mantenía un destacamento, siempre tutelado por el Frente Polisario, que prefería tener en la zona a sus aliados mauritanos antes que a sus enemigos marroquíes. Se puede considerar con seguridad el lugar más alejado de la tierra por el clima hostil, la inexistencia de recursos de ninguna clase, salvo el mar, y hallarse en una zona de conflicto.

Nada ocurría en un lugar olvidado por todos y todo, hasta que el Polisario, según informaciones recientes, habría decidido dar un paso y tomar el control del entorno con permiso mauritano, aunque Marruecos lo ha negado. Si fuera cierto, supondría quizá una vida nueva para un territorio que no aparece ni en los mapas, salvo en Google Maps, donde se puede comprobar el vacío absoluto del lugar, con un paisaje propio de las fotos enviadas por el robot “Curiosity” de la desolación de Marte.  Así lo decía uno de los pocos que han podido acercarse, testigo directo: “La Güera se ha convertido en una ciudad fantasma en el fin del mundo”. El mismo fin del mundo donde se desarrolla una guerra escondida.

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