EN LETRAS DE MOLDE

El humor de Borges

El poeta argentino Roberto Alifano fue colaborador de Jorge Luis Borges, con quien trabajó prácticamente a diario durante sus diez últimos años de vida, periodo del que seleccionó un centenar y medio de anécdotas y brillantes ocurrencias del escritor que ha reunido en "El humor de Borges"

El poeta argentino Roberto Alifano fue colaborador de Jorge Luis Borges, con quien trabajó prácticamente a diario durante sus diez últimos años de vida, periodo del que seleccionó un centenar y medio de anécdotas y brillantes ocurrencias del escritor que ha reunido en "El humor de Borges".

El libro ha sido editado en Sevilla por Renacimiento con un prólogo de Luis Alberto de Cuenca, quien pone a Borges a la altura de Cervantes y celebra que esta publicación atienda a una "de las parcelas de su personalidad y de su portentosa capacidad creativa, que no han sido objeto de excesiva atención", como es la del humor.

Alifano advierte en estas páginas de que Borges fue un hombre "divertido y travieso" que "se burlaba de los mitos nacionales, del personaje Martín Fierro, de Carlos Gardel, de gran parte de la literatura española" y hasta le negaba "méritos literarios al venerado mártir García Lorca, calificándolo, casi despectivamente, de “andaluz profesional".

Además de criticar el tango en Buenos Aires, recuerda Alifano, Borges fue capaz de criticar públicamente en París a un clásico como Guy de Maupassant, con aquella frase demoledora de que fue "un escritor que nació tonto y murió loco", propia de un hombre como él, definido por su discípulo y colaborador como "un personaje desopilante sin ningún freno, a no ser el de su propia inteligencia".

Algunas anécdotas recogidas por Alifano aluden a escritores, como cuando supo la noticia de la concesión del Nobel a García Márquez, Borges dijo: "Me parece un excelente escritor y es muy justo que le dieran a él ese premio. `Cien años de soledad` es una gran novela, aunque quizás con cincuenta años hubiera sido suficiente". La mucha admiración que sintió por Ramón Gómez de la Serna no le impidió en una conversación calificar como "una lástima" la invención de las "greguerías" y añadir: "Hacia el final de su vida publicando esas tonterías se dedicó a pensar en grageas".

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