La isla donde estaba prohibido nacer y morir

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Una minúscula isla en el mar Egeo, Delos, fue en la Edad Antigua el lugar más sagrado del mundo, cuna de dos dioses, una tierra donde estaba prohibido morir. Y también nacer. Delos es hoy un icono turístico en el medio de las ruinas.

La historia de Delos está vinculada a la mitología griega y también a la ambición de Atenas, que creó un imperio marítimo en torno a dicho islote, en teoría intocable. Las leyendas helenas contaban que Zeus, el Dios del Rayo y jefe del Olimpo, decidió fijar una isla hasta entonces flotante como lugar de nacimiento para sus dos hijos, los gemelos divinos, Apolo y Artemisa. Lo hizo para evitar la cólera de su esposa y hermana Hera, quien llevaba realmente mal la rijosidad de su marido, capaz de convertirse en cualquier cosa para poseer a una humana o diosa. Así lo hizo con Leto, a la que persiguió hasta tomarla. Leto no era cualquiera sino descendiente de titanes, como el propio Zeus, hijo del Dios del Tiempo, al que había destronado como Cronos a su padre, Urano, Dios del Cielo. Pero Leto tuvo que inclinarse ante Zeus, y yacer con él, y después tratar de evitar a Hera, quien trató de evitar el nacimiento de los niños, hasta que finalmente claudicó. En Delos llegaron al mundo y al poco fueron elevados al Olimpo. 
Por todo ello, Delos era uno de los lugares más sagrados del mundo griego, y uno de los principales lugares donde se rendía culto a Apolo. Se consideraba que la isla era de su propiedad, quien se la habría comprado a Poseidón, su tío, el terrible Dios de los Mares.

Todo este relato mitológico fue aprovechado por los atenienses, que ocuparon Delos y zanjaron que era tierra tan sagrada que nadie tenía derecho a vivir en ella, ni morir, ni tampoco a nacer, lo que resultaba más complicado. Así  evitaban que hubiera colonos en la isla y podían hacer y deshacer a su antojo sin testigos,  sobre todo tras haber creado una liga de ciudades-estado que denominó precisamente así, Liga de Delos, a cuyo frente se situó. En Delos estaba el tesoro de las ciudades y la sede de la alianza militar marítima, creada y controlada por Atenas al finalizar las guerras con los persas, sabedores de que a continuación llegaría otro conflicto civil entre los griegos para dilucidar qué ciudad, y qué modelo de vida triunfaría: o la democracia ateniense o el régimen aristocrático espartano. Los lacedemonios tenían a su favor el formidable ejército, y los atenienses se vieron obligados a buscar aliados, que tenían que poner dinero a cambio de que Atenas garantiza su seguridad. 

Atenas apretó su dominio en la Liga de Delos, hasta convertir las ciudades aliadas en sometidas. Y no se quedó ahí. A continuación decidió llevarse el tesoro de sus aliados a Atenas con la excusa de que estaría más seguro en la Polis. Para completar su sometimiento, además les impuso su moneda, su sistema de medidas y gobiernos democráticos, aunque controlados. Gracias a la Liga de Delos, Atenas pudo enfrentarse con ciertas garantías a la poderosa Esparta, y así lo hizo durante el siglo de Pericles, que finalizó con la derrota sin paliativos de los atenienses y el dominio espartano sobre toda la Hélade. 

Pero no quedaría ahí todo: pronto a Esparta le sucedería en el mando Tebas, que con la Legión Sagrada logró derrotar a los hasta entonces invencibles  hoplitas lacedemonios. Ocasión que aprovechó Atenas para sacudirse el yugo y fundar una segunda Liga de Delos, que pasaría definitivamente a la historia en 338 cuando llegó otro amo, todavía más poderoso, Filipo de Macedonia y su hijo Alejandro... hoy, Delos es un atractivo turístico donde sólo hay ruinas de lo que fue la isla sagrada. Y aún ahora no vive nadie allí y las visitas son en barco, de un día, y por tanto ni hay nacimientos ni defunciones.
 

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