Jorge Vila y el vino como cultura

Para Jorge Vila, el vino es su pasión y su profesión, dedicado a engrandecer la cultura del vino con actividades que destacan por su gran sentido didáctico y lúdico

Ingeniero de Telecomunicaciones, Jorge Vila (Ourense, 1980) cambió su actividad profesional, desarrollada en el ámbito de la automoción, primero y la banca después, para convertir su afición por el mundo del vino en el proyecto de su vida. Fundó en Instituto Galego do Viño y más recientemente la Galicia Wine Academy desde la que imparten cursos del W-Set, la institución más reconocida internacionalmente en la formación de profesionales del sector, pero también catas y cursos en con los que contribuyen a desarrollar la cultura del vino entre los aficionados.

¿Fue el vino una vocación tardía?

Cuando tienes 18 y te ves en la obligación de elegir una carrera, a veces tomas decisiones que van un poco orientadas por las circunstancias. Era alumno de buenas notas, así que todas las indicaciones eran para que estudiase una ingeniería o arquitectura. Como el dibujo era algo que no me gustaba mucho escogí una ingeniería en la que no fuese necesario, como fue el caso de Telecomunicaciones. Hubo un momento dentro de mi actividad profesional a partir del cual empecé a disponer de tiempo para poder dedicarme a mis hobbies y uno de ellos era el vino, Me apunté a cursos y empecé a estudiar sobre el tema con más profundidad.

Y fundó el Instituto Galego do Viño

Ahí mi experiencia como ingeniero, y el paso por una escuela de negocios me sirvió para montar ese armazón, esa estructura necesaria para un Instituto Galego do Viño que yo concebí como una escuela de negocios del vino que permitiera la existencia de una formación en Galicia porque cuando yo me formé tuve que recurrir a escuelas de fuera porque en nuestra comunidad no había y ahora tenemos la suerte de contar con dos centros y la formación es clave para impulsar cualquier sector y en el mundo del vino el impacto de la formación se ve ya en Galicia, perfectamente.

En la Galicia Academy of Wine ofrecen dos tipos de formación, ¿cómo se estructuran?

Por una parte, impartimos los cursos del Wine & Spirits Education Trust, conocidos como W-Set o Wine Set, que ofrecen una titulación reconocida internacionalmente. Es una institución que tiene su sede en Londres y, de hecho, los exámenes vienen de Londres y se corrigen allí. Es una formación pensada para profesionales del sector, no solo de las bodegas, sino también distribuidores, etcétera. Por otra, hacemos otras actividades formativas que están a caballo entre didácticas y de ocio, entre los que se encuentran nuestros cursos de iniciación que estamos impartiendo en ocho ciudades y están pensados para personas que disfrutan del vino y que con esta formación van a poder disfrutarlo mucho mejor.

En el mundo del vino hay prejuicios, muchas veces impuestos por el mercado, ¿cómo se combaten?

Nuestro principal propósito es ofrecer a nuestros alumnos las herramientas necesarias para que puedan tomar decisiones, aprendiendo a valorar objetivamente los vinos. Esa es una herramienta básica. En el vino sucede lo mismo que con el arte y la música. Puede que no te guste Mozart, pero de ahí a decir que no tiene calidad, hay una gran diferencia. Pasa lo mismo con el vino, tienes que saber distinguir entre tu gusto personal y una valoración objetiva de la calidad del vino. Eso es lo que me parece relevante para que el alumno pueda tener un criterio propio.

¿Aumenta la cultura del vino a medida que se prueban y conocen más vinos?

Igual que sucede con la música y con el cine. Si te enfrentas por primera vez a probar un vino, no tienes referencias para poder saber si es bueno o malo. Cuantos más vinos pruebes, más viajes y conozcas regiones vinícolas, es decir, cuanto más bagaje cultural tengas en torno al vino, más enriquecedora será tu experiencia.

¿Es elitista la cultura del vino? ¿Hace falta ir a vinos caros para tener nivel? 

Hay un cierto componente esnobista en torno al vino en algunos ámbitos. En China, por ejemplo, se venden muy caras las botellas vacías de los chateau franceses, que luego se rellenan con vinos que no tienen nada que ver con la botella, el cliente lo sabe, pero lo que quiere es que le vean delante de una botella de Chateau Margaux o de otra de ese estilo. Obviamente esa es una forma de entender el vino que no es en la que estamos. Obviamente puedes disfrutar de probar muchos vinos con mucho placer por precios muy asequibles, fundamentalmente aquí en España o Portugal, donde somos conocidos por tener vinos de muy buena calidad a precios muy competitivos. Con lo que aquí te cuesta un vino de muy buena calidad en California, por ejemplo, vas a poder tomar una copa del vino más corriente.

¿Cuáles son los fundamentos, a la hora de comprender un vino?

Hay cuatro elementos que son fundamentales. La variedad de uva, que determina el perfil del vino que vas a tomar; el clima y el suelo van a hacer que esa variedad de uva se modifique y sea diferente en una región o en otra. El cuarto elemento, la mano del hombre o de la mujer que toman las decisiones en la viña y en la bodega, que también modifican el perfil del vino. Con esos cuatro elementos que forman el concepto de “Terroir”, de terruño, eres capaz de anticipar lo que te vas a encontrar en una botella de vino antes de beberla, imaginar cuál va a ser el estilo de vino que vas a beber. Esa es la base para estudiar cualquier región de vinos del mundo. Es el esquema que hay que repetir una y otra vez. Y hay un quinto elemento que nos sirve para comprender los vinos y la forma en que han evolucionado, que es la historia. Hay una frase que a mí me gusta mucho que dice que hay más historia que geografía dentro de una botella de vino.

¿En qué situación se encuentra el vino hoy día, cuando ya ha dejado de ser un alimento básico?

Ese concepto de vino como necesidad alimenticia ha dejado de ser una realidad en Galicia hace cuarenta o cincuenta años. Eso ha cambiado totalmente nuestra forma de elaborar vino, empezando por la selección de las variedades que se plantaban, entonces con idea de disponer de uvas resistentes que garantizasen una producción. Cuando el vino empieza a ser objeto de placer, se retoman las variedades autóctonas que eran menos productivas y más sensibles, pero sabemos trabajarlas mejor. No nos importa que haya una menor producción porque lo que importa es asegurar la calidad, por eso las viñas viejas que antes se arrancaban ahora se valoran mucho más.

¿Cómo vamos de cultura del vino en Galicia?

Hemos progresado mucho en los últimos veinte años. Buen ejemplo de ello son las cartas de vinos de los restaurantes, la gran variedad de oferta que existe. Yo creo que estamos entre las zonas con mayor interés por la cultura del vino.

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