LA REVISTA

Lee Miller, en la bañera de Hitler

miller_result
photo_camera Lee Miller en la bañera de Hitler.

Era un 30 de abril de 1945, sus asistentes incineran los cuerpos del Führer y Braun. Lejos del búnker, otra pareja se hace con el apartamento de Hitler en Munich

Los escenarios de los dictadores muestran sus debilidades. Cuando las tropas soviéticas -24 de abril de 1945- alcanzan los extrarradios de Berlín, el führer era ya consciente de su final; no deseaba que su cuerpo y el de su pareja Eva Braun formaran parte de un escarnio público como le había ocurrido a Mussolini. Se acababan de casar; él se pega un tiro, ella, ingiere una cápsula de cianuro. Era un 30 de abril de 1945, sus asistentes incineran los cuerpos. Lejos del búnker, otra pareja se hace con el apartamento de Hitler en Munich. En la repisa de la bañera un retrato del dictador, el clasicismo cursi de una venus de porcelana en actitud ensimismada reposa sobre la repisa del armario de baño. Ella, sentada sobre la bañera imita a la figura, en el suelo, sobre una alfombrilla de baño, las botas fatigadas de la contienda. Su novio, el fotógrafo David E. Scherman, fotografía la escena. Ocurrió el 1 de junio de 1945, allí se enteran del suicidio del dictador y su mujer.

La sensación les resulta contradictoria. Aunque el frente les había curtido duro y ahora se dejaban caer en la misma morada en la que había reposado Eva Braun, aquellos años tan próximos a la barbarie se incrustarían para siempre; ni sus crónicas, ni las imágenes, muy valoradas, serían salvaguarda. Él trabajaba para Life, ella para Vogue, como fotógrafa y periodista. En Vogue Lee Miller lo había sido ya todo, incluso modelo de éxito, durante tres años, tras un encontronazo casual con el editor de la revista Condé Nast. La experiencia le llevó, más allá de independencia económica, a consumar una aventura parisina -con 22 años- en la que se enmarcaría en el frente surrealista junto a Man Ray, de quien fue amante, musa, y colaboradora. Muchas de las imágenes que hoy se le atribuyen al maestro, en realidad fueron de ella. Picasso, Paul Eluard, Jean Cocteau, figuraban entre su elenco de amistades.

Se casaría en 1934 con Aziz Eloui Bey, con quien vivió en Egipto durante unos años. De nuevo en París, en 1937, conoce a quien sería su marido, Ronald Penrose, crítico y coleccionista. Durante la guerra, junto al contingente norteamericano retrató la liberación de París y el horror de los campos de concentración. Todo aquel escenario le dejaría unas huellas muy dolorosas, aferrada para siempre al alcohol y al olvido.

Te puede interesar