Mareas vivas en los mares interiores de Galicia

El año hidrológico, al igual que el escolar, no comienza en enero, como el año natural. El que sirve para medir el ciclo de las lluvias en nuestro país, comienza el 1 de octubre y termina el 30 de septiembre del año siguiente. Llevamos pues, dos semanas del nuevo año hidrológico. Octubre suele ser el mes elegido para la perforación de pozos y no es casualidad. En teoría es el momento del año en el que los niveles freáticos se encuentran en su punto más bajo, tras el paso del verano. Por eso las empresas de sondeos, eligen esta época, para asegurar que el nuevo pozo, si tiene agua en esta época del año, la tendrá a lo largo de todo el año. De la serie histórica que comenzó con el 1980-81, el año hidrológico 2021-22 fue el segundo más seco en Galicia, solo superado por el 2016-17. Precedido por un año húmedo, con una precipitación superior, a la media y un sobreesfuerzo que las empresas energéticas utilizaron para lograr altos beneficios con la producción hidroeléctrica, el año de la sequía pilló a muchos de los embalses en niveles muy bajos, lo que provocó una alarma generalizada. Si hacemos un recorrido por los 62 embalses que existen en Galicia, la mitad de los cuales se encuentran en la provincia de Ourense, la situación parece tender a normalizarse, con un nivel medio del 44,66 por ciento de agua embalsada, lo que representa algo menos de mil quinientos hectómetros cúbicos de agua, de los 3.220 de capacidad que tienen los embalses gallegos. Pero la media es solo un dato matemático, que contrasta con la realidad, en la que encontraremos embalses prácticamente secos frente a otros en los que el nivel de las aguas se acerca al máximo. Y ese contraste se manifiesta de manera más acusada en la provincia de Ourense. Cabecera de cuenca La diferencia de nivel de las aguas se hace más patente comparando embalses que están en la cabecera de una cuenca con los que se encuentran en los últimos tramos de ésta. Así, mientras en la cuenca del Sil, el último de sus grandes embalses, el de Santo Estevo, registra un 76 por ciento de su capacidad (162 hectómetros cúbicos de 213 de aforo máximo), las presas que se encuentran en los afluentes de su cabecera gallega registran niveles notablemente más bajos: Cenza, se encuentra al 27,5 por ciento. Chandrexa, al 27,8 por ciento. Y el más grande de todos los embalses ourensanos, el de As Portas, al 22,57 por ciento, casi cuarenta puntos por debajo de la media de los últimos diez años. As Portas, situado en el término municipal de Vilariño de Conso, fue objeto de una abierta polémica en 2021, cuando pese a ser un año medio alto en precipitaciones, llegó al mes de agosto con su nivel más bajo en décadas, un 15 por ciento, lo que hacía imposible que el lago artificial más grande de la provincia de Ourense, de casi doce kilómetros cuadrados y 538 hectómetros cúbicos de capacidad máxima, quedase inservible para que los hidroaviones pudiesen cargar agua para hacer frente a los incendios forestales del extremo oriental de la provincia de Ourense. La presa explotada por Iberdrola, con una longitud de coronación de 477 metros tiene una pared de hormigón armado de 141 metros de altura, convirtiéndose así en la más alta de toda Galicia. En el camino desde A Gudiña hasta Vilariño de Conso, la carretera pasa al pie de ese impresionante muro. El aspecto que presentaba el embalse, en pleno Año Santo, el camino Mozárabe discurre por su orilla izquierda, resultaba desolador. Y todavía hoy, con poco más de una quinta parte de su nivel máximo sigue ofreciendo una imagen casi apocalíptica en un paisaje que tiene como telón de fondo los montes del Invernadeiro, para quienes realizan la etapa A Gudiña-Laza del referido itinerario compostelano. Otro tanto sucede con el embalse que se encuentra a mayor altitud sobre el nivel del mar en Galicia, el de Cenza, también en el municipio de Vilariño de Conso, en las proximidades de Chaguazoso. La última presa construida en la provincia de Ourense, finalizada en 1993, sigue a la mitad del nivel medio registrado en los últimos diez años, aunque ha logrado superar los ínfimos niveles a los que fue abocada en 2021, con el 12,5 por ciento del nivel de agua. Los vecinos del entorno todavía siguen preguntándose por qué fue construida esa presa, justo sobre la morrena del glaciar que dio origen al río Cenza. El pasado verano el bajo nivel del agua dejaba al descubierto las fincas anegadas, en otros tiempos destinadas al pastoreo. Tampoco se escapa de esta situación de precariedad uno de los embalses más veteranos de la provincia de Ourense. El de Chandrexa de Queixa, está a punto de cumplir 70 años, conteniendo las aguas del río Navea, con su presa de 85 metros de altura y 236 de longitud de coronación. Actualmente retiene 17 hectómetros cúbicos de agua, un 27 por ciento de los 61 que tiene de capacidad máxima. Su nivel no solo es más bajo que el año pasado, sino también doce puntos con respecto a la media de los últimos diez años. Presas llenas Todas estas presas se encuentran en pequeños ríos que confluyen en el Sil. Si nos movemos al último tramo del curso de dicho río, la situación es muy diferente. El último de sus grandes embalses, el de Santo Estevo, se encuentra al 76 por ciento de su capacidad. Es el único de los grandes embalses gallegos que anota, al término de la primera quincena de octubre, un nivel superior al registrado el año pasado y también mayor que la media de los últimos diez años. El lleno de Santo Estevo, con 162 de sus 213 hectómetros cúbicos de capacidad, le permite mantener a buen nivel ese lago de algo más de 7,3 kilómetros cuadrados que forma la cola del embalse y que es empleado con usos turísticos, con rutas en catamaranes y otras pequeñas embarcaciones que lo recorren a lo largo del verano y el otoño. Tampoco se escapa de esta situación de precariedad uno de los embalses más veteranos de la provincia de Ourense. El de Chandrexa de Queixa, está a punto de cumplir 70 años, conteniendo las aguas del río Navea, con su presa de 85 metros de altura y 236 de longitud de coronación. Actualmente retiene 17 hectómetros cúbicos de agua, un 27 por ciento de los 61 que tiene de capacidad máxima. Su nivel no solo es más bajo que el año pasado, sino también doce puntos con respecto a la media de los últimos diez años. Todas estas presas se encuentran en pequeños ríos que confluyen en el Sil. Si nos movemos al último tramo del curso de dicho río, la situación es muy diferente. El último de sus grandes embalses, el de Santo Estevo, se encuentra al 76 por ciento de su capacidad. Es el único de los grandes embalses gallegos que anota, al término de la primera quincena de octubre, un nivel superior al registrado el año pasado y también mayor que la media de los últimos diez años. El lleno de Santo Estevo, con 162 de sus 213 hectómetros cúbicos de capacidad, le permite mantener a buen nivel ese lago de algo más de 7,3 kilómetros cuadrados que forma la cola del embalse y que es empleado con usos turísticos, con rutas en catamaranes y otras pequeñas embarcaciones que lo recorren a lo largo del verano y otoño. El Miño solamente cuenta con cinco presas: Belesar, Peares, Velle, Castrelo de Miño y Frieira. Con 655 hectómetros cúbicos, Belesar es la más grande de Galicia. A plena capacidad, ocupa casi veinte kilómetros cuadrados. No es la situación actual, con apenas un cuarto de su volumen. Contrasta con la situación del siguiente embalse en el curso del Miño: Os Peares. Éste se encuentra por encima del 90 por ciento. Quienes circulen por la N 120 entre Ourense y Monforte, verán, a su paso por Os Peares, cómo cae agua por su presa de 94 metros de altura, aliviando un nivel que lleva en la media de los últimos diez años, superando el 95 por ciento de su aforo. Ya en la provincia de Ourense, en Velle, con un casi un 77 por ciento registra un nivel similar a la media de los últimos diez años. Lo mismo sucede con Castrelo de Miño, al 85 por ciento. Este es el embalse con mayor uso turístico y deportivo de toda Galicia y los niveles registrados a lo largo del año apenas varían, al estar en el último eslabón de la gran cuenca hidrográfica Miño-Sil En similar situación se encuentra el último de los embalses del Miño. Frieira mantiene este octubre la media de los últimos diez años, con el 86 por ciento de su nivel. Su presa se encuentra en la provincia de Pontevedra, pero la cola llega, aguas arriba a Cortegada y Arnoia.