Murallas y casas colgantes en Frías

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photo_camera Imagen de Frías.

La villa es uno de los pueblos con más encanto de España

La localidad de Frías, Burgos,  tiene en su extremo más rocoso y elevado su símbolo: el castillo de los Duques de Frías, que conserva hermosos ventanales con parteluces y capiteles románicos del siglo XIII y ofrece una formidable panorámica. Con el, su casco urbano, de trazado y ambiente medieval, y sus muestras de patrimonio religioso, lo han llevado a convertirse en uno de los pueblos con más encanto de España.

Otro de los más valiosos monumentos de la ciudad de Frías es su puente sobre el Ebro. Puede decirse que su origen fue de construcción romana y reconstruido varias veces en la Edad Media. Pasa por él, la calzada romana, que era una vía de comunicación muy importante para el comercio entre la Meseta y la costa Cantábrica.

Las casas colgantes, de toba y madera, han aprovechado el reducido espacio que le brinda “La Muela”, gran roca sobre la que se asienta la parte alta de la Ciudad, de tal manera que están construidas en los mismos extremos de la roca, pareciendo que forman parte del precipicio.

Las puertas y la muralla definen la villa. La muralla defendía toda la muela de la ciudad hasta la Iglesia de San Vicente, que en su torre tenía almenas de defensa. Desde aquí seguía una muralla baja que por delante de las casas construidas sobre roca se unía a la Puerta de la Cadena. De esta contra muralla solamente quedan restos en alguna de dichas casas. Se sabe que existían tres puertas que daban acceso a la Ciudad: la de Medina, la del Postigo y la de la Cadena.

La ermita de San Vicente, situada junto al cortado rocoso. De pórtico románico, hoy trasladado al Museo de Claustros de Nueva York, y con tres retablos: el del Cristo de las Tentaciones (barroco), el de la Soledad y el Mayor (neoclásicos). Admirable es la capilla de la Visitación, resguardada por exquisita reja de forja y con un retablo del siglo XVI del pintor Juan de Borgoña y dos sepulcros de ornamentación plateresca.

Las ermitas de San Vitores, la de la Hoz o los conventos de Vadillo y San Francisco son otros interesantes puntos de visita.

En cuanto a naturaleza, destaca la cascada del río Molinar que rasga con su curso los Montes Obarenes y después de abrirse paso a través de un desfiladero adornado de vegetación se precipita hacia el Ebro por unos rápidos aprovechados desde el siglo XIII para mover molinos, batanes, pisones y demás artilugios hidráulicos.

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