La crítica de “El olvido que seremos”

Fernando Trueba compone una película nostálgica y necesaria apoyado en una gran interpretación de Javier Cámara

“El olvido que seremos”, de Fernando Trueba es una de esas películas necesarias que todos necesitamos tener presente de vez en cuando para recordar las bondades de la honestidad en un mundo en el que estamos rodeados de rapacería, desconfianza y corrupción.

Una película hecha desde el amor y admiración de un hijo a su padre. Basada en la novela homónima de Héctor Abad , que habla sobre su progenitor, Héctor Abad Gómez, un médico y activista por los derechos humanos que fue asesinado en los años 70 en Colombia.

La película está dividida en dos partes. La primera y última, la que abre y cierra el relato, es en blanco y negro y está centrada en el regreso a Medellín de Hector (hijo), que está estudiando en Italia, en 1983, cuando echan a su padre de la universidad. La parte central, la que se desarrolla en 1971, durante la juventud del narrador, está en color, una idea sencilla pero muy efectiva para destacar la luminosidad de este tiempo de la infancia. La mejor parte de la película quizás sea esa, la que se acerca  a un registro tierno, nostálgico, familiar. El guión elaborado por los hermanos Trueba (David y Fernand) permite construir en esta parte alguno de los mejores momentos de la carrera del cineasta.

La parte final, más dramática y política, hace que pierda parte de esa encanto. En todo caso no desmerece el conjunto de la pellícula, cuyos valores se erigen por encima de otros defectos para contar la historia de un hombre bueno maravillosamente interpretado por Javier Cámara.

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