PANTALLAS

“La Peste: La mano de la Garduña”: Crimen, poder y corrupción

Pablo Molinero y Fede Aguado, en la temporada 2 de “La peste”.
photo_camera Pablo Molinero y Fede Aguado, en la temporada 2 de “La peste”.
La nueva temporada refleja algunos de los males endémicos de nuestra sociedad

Crimen, poder, corrupción y una encarnizada lucha entre la mafia y las instituciones por dominar las calles de la Sevilla del siglo XVI, la ciudad más prospera del Imperio. Estas son las claves “La Peste: La mano de la Garduña”, la segunda temporada de la serie original de Movistar+. Seis nuevos capítulos que ya disponibles en la plataforma y que, según afirma Rafael Cobos, creador, guionista y showrunner de la ficción, reflejan algunos de esos males endémicos que, 500 años después, aún asolan nuestra sociedad como la corrupción, la explotación sexual o “la ignorancia”.

Con “La mano de la Garduña” la superproducción de Movistar inicia una nueva etapa que en el ámbito visual llega marcada por un estilo mucho más luminoso para reflejar una Sevilla que, cinco años después, ha superado la epidemia y luce en todo su esplendor. Una luz que contrasta con la oscuridad que reinó en la primera temporada y que generó quejas en ciertos sectores del público.

Un cambio que “emana fundamentalmente de la propia historia”, asegura Alberto Rodríguez, director de los dos primeros capítulos, durante una entrevista, en la que reconoce que, si bien “siempre hay que escuchar al público”, la oscuridad de la primera temporada encontraba argumentalmente su sentido en algo determinaste: la historia estaba “contada desde los ojos de un depresivo”.

En cambio, en esta segunda temporada “todo cambia” y “prima la peripecia y la aventura” en una serie que ahora se abre a otros personajes y lugares. Además, que el protagonista, Mateo, deja esa tristeza atrás por lo que era necesario “salir de las sombras”. Además, reconoce Rodríguez, “La Peste” fue “concebida para ser vista en unas condiciones... pero hemos aprendido que la serie se consume de cualquier manera”. “Se ve en el metro, en un autobús, a través de la tablet o del móvil, no solo de la televisión. Y teniendo eso en cuenta hemos intentado llegar al mayor público posible”, apunta.

Una segunda temporada que con la Garduña -una legendaria una sociedad secreta criminal cuya influencia iba desde los prostíbulos hasta las más altas esferas de poder- como protagonista sin rostro, dialoga de forma fluida con la actualidad, presentado problemas que se antojan “crónicos” y que “por desgracia” persisten en la sociedad actual.

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