LA REVISTA

Petra: una de las maravillas del mundo

petra_heroimage_dynamic_lead_slide
photo_camera Imagen de uno de los edificios más emblemáticos de Petra.

La grandeza de su arquitectura tallada en la piedra arenisca, impresiona de tal modo al viajero que éste no se pregunta por los edificios que constituyeron en su día la ciudad de los vivos

Visitar  la ciudad jordana de Petra es viajar en el tiempo. La grandeza de su arquitectura tallada en la piedra arenisca – que con sus vetas de colores rosados hace aún más soberbia su belleza– impresiona de tal modo al viajero que éste no se pregunta por los edificios que constituyeron en su día la ciudad de los vivos, para siempre aniquilada por los terremotos. Las fachadas dispersas por todo su perímetro corresponden en su mayoría a las tumbas de los riquísimos comerciantes, nobles y monarcas que compitieron por mostrar a sus paisanos su fortuna formidable.


Petra es conocida como la ciudad perdida porque si bien su historia se remonta a la época de los nabateos, en el siglo VII a.C, en la Edad Media ya fue completamente abandonada y no fue “descubierta” por los occidentales hasta principios del siglo XIX.
La principal razón de que Petra se convirtiera en la ciudad perdida es su especial ubicación en un valle rodeado por altas montañas rocosas cuya entrada es el profundo desfiladero conocido como el Siq. Con una longitud de kilómetro y medio, el desfiladero llega a tener en alguno de sus tramos una mínima anchura de poco más de dos metros. Por ello se convierte en un enclave totalmente oculto e inexpugnable.


Petra alcanzó su máximo desarrollo cuando fue ocupada por la civilización nabatea. Pero, ¿quiénes eran los nabateos? Era un pueblo árabe que alcanzó su máximo esplendor entre los siglos IV a.C. y I d.C., que se extendió por las tierras de Palestina, y el cual se dedicaba al comercio. Muestra de este espíritu comercial lo encuentras en los relieves escultóricos que puedes ver en el citado Siq, los cuales representan a tamaño natural las caravanas de camellos.


Por un lado, era considerada como la ciudad para el día de mañana. Con una religión pagana, con numerosos dioses, la que fuera ciudad de Petra está plagada de tumbas nabateas, espacios excavados en la roca donde reposaban los muertos.
Las verás muy sencillas, simples huecos de acceso a una cueva, pero también esplendorosas, y la más famosa de ellas, la imagen que seguro tienes en la retina, la conocida como el Tesoro de Petra. Por otro lado, Petra era un enclave defensivo donde se ocultaban los nabateos ante el ataque de otros pueblos.


Petra fue ocupada primero por los romanos y luego por los caballeros cruzados, hasta el año 1187 cuando fueron derrotados por Saladino. A partir de entonces, Petra fue prácticamente abandonada hasta que el explorador suizo la redescubrió en 1812.

Te puede interesar