HISTORIA

Pitágoras, el que inventó casi todo

PITAGORAS_result
photo_camera Estatua de Pitágoras.

 De la vida personal de uno de los sabios más famosos de la historia apenas se sabe algo más que su bien conocida fobia a las habas.

Aunque griego, Pitágoras vivió en lo que hoy es el Sur de Italia y que en los siglo VI y V antes de Cristo era la Magna Grecia, poblada de colonias helenas vinculadas de forma más o menos estrecha con sus respectivas “madres patrias”. Atenas, Corinto e incluso Esparta crearon ciudades por el Mediterráneo para expandir su propia civilización, incluyendo España e Italia. En una de ellas, en el sur de la bota, en Crotona, no muy lejos de la actual Nápoles –que era otra colonia griega, Nea Polis, la Nueva Ciudad- vivió Pitágoras.

Aunque era natural de Samos, una isla griega, fue en Crotona donde fundó su escuela que era filosófica, matemática y religiosa. Un puzle muy propio de un momento en que el hombre salía de las sombras y comenzaba a vislumbrar la ciencia. Todavía faltaría más de un siglo hasta la llegada de Aristóteles, quien pondría los cimientos del conocimiento más allá de las ideas místicas. Pitágoras era un filósofo –fue el primero que se designó así, amante de la sabiduría- y quería fundar una forma de vida, y así lo hizo en su escuela, donde se practicaba el ascetismo y se creía en la metempsicosis, en que las almas cambiaban de cuerpo y se reencarnaban.

Una forma religiosa muy  alejada de la cultura greco-romana que quizá aceptó en sus viajes por Asia y Egipto. A consecuencia, eran vegetarianos absolutos y tampoco podían consumir habas, al parecer por su semejanza con un feto humano, y la creencia firme de que albergaban almas humanas.

Pero aunque Pitágoras quería ser el creador del hombre nuevo, ha pasado a la Historia por sus hallazgos sobre asuntos concretos. En matemáticas, con su célebre teorema, que quizá importó de Egipto, donde permaneció  durante un tiempo. Hay papiros donde ya aparece la famosa fórmula de la hipotenusa y los catetos en los triángulos rectángulos, clave para la construcción a gran escala en el país del Nilo. Pero no  se le puede restar mérito: suya fue la “patente” internacional y su  demostración práctica. También de la escuela pitagórica es la música tal y como se entiende en Europa con la creación de la escala de Do, mediante intervalos con una frecuencia matemática precisa.

Dicha disposición, que acabó denominándose modo Jónico y con el tiempo se llamó Escala Mayor, se convirtió  en la base de toda la creación armónica occidental, desde los griegos hasta la actualidad. Todo ello se debe a Pitágoras, quien también fue el genial inventor de la tabla de multiplicar. Él o su escuela, ya que no dejó escritos y todo el saber pitagórico se fue transmitiendo tomando como referente lo dicho por el maestro. Por tanto, tres invenciones llevan su sello y todas ellas han sido y son fundamentales para entender la vida.

Para Pitágoras todo eran matemáticas, incluidos los cuerpos celestes, que definió a través de una supuesta música nacida de su rotación en intervalos precisos que vinculó con las frecuencias armónicas de su escala musical. Un auténtico genio, con un lado extraño. Porque la escuela de Pitágoras era al mismo tiempo un lugar de misterios, con liturgia sólo para iniciados, lo que no contribuyó a convertirse en popular para los vecinos de Crotona. Siendo ya mayor, tuvo que abandonar la ciudad y trasladarse a otra vecina, donde fue mal recibido. Cuenta la leyenda que una noche fue cercado, y perseguido. En su huida acabó en un campo de habas. Incapaz de tocar las plantas para esconderse, fue descubierto y apedreado, muriendo allí mismo. Triste final para uno de los mayores genios. 
 

Te puede interesar