Ponte Freixo sobre el Arnoia

Imaginamos el paso de las legiones por este puente, que pudiera darse pero no se dió, porque éste, acaso no tuviese entidad o, simplemente, que apaciguado el territorio definitivamente ( se redujo el número de legiones en Hispania, de entre las que la Genmina VII, fundadora de León, para control y vigilancia del Noroeste) después de cruenta guerra que requirió la presencia del mismo emperador Augusto, quien cansado y enfermo luego de pelear contra cántabros, astures y galaicos se retira a Roma y deja el mando al general Agripa, que derrotaría a los aliados de la Hispania del norte por tierra y mar, y aire si consideramos a las jabalinas, hondas ,catapultas, flechas… en la mítica e ilocalizable batalla de Monte Medulio, cuyo emplazamiento se atribuye a diferentes territorios, incluso a Las Médula, que siglos después se explotaría como yacimiento áureo; a Peña Ubiña, cima muy estrecha para albergar ni a un batallón, e incluso podríamos imaginar la tal en Couto Novelle o en cualquier otra cima que por mítica tengamos, y así hasta llegar al mismo Tegra o antes Tecla en la desembocadura del Miño. Quizás no hubiese inmolación en Mons Medulius al estilo numantino y todo se decidiese en varias batallas o guerrillas cuando no existía la Via Nova y por consiguiente este Ponte Freixo, que formaba parte de otra adventicia, que fueron posteriores, ya avanzada la romanización, cuando la obra pública alcanzó su cenit construyéndose calzadas, puentes… faena a la que entregados los mismos legionarios y sus tropas de auxiliares indígenas dirigidos por esos especialistas que acompañaban a los militares: agrimesores, ingenieros, peones especializados, mano de obra cualificada, y los mismos legionarios…Las vías muchas veces las mantenían los vecinos que era una forma de redención tributaria a cambio de trabajo. Ubicada en un paraje de ensueño, esta Ponte Freixo sobre el Arnoia es del siglo II; con la del Bibei, ésta si por donde pasaba la Via Nova, son las más señeras de una Gallaetiae abundante en ellas y cuyo modo de construcción, introducía el arco desconocido por aquí y posteriormente derivando en siglos sucesivos en esos puentes románicos, que no romanos, tan abundantes. Este do Freixo formaba parte de la vía adventicia que arrancaba de la fortificación romana de Aquae Querquennae, iba por Bande, Celanova y comunicaba, entre otras, con Lugo (Lucus Augustus). En 1989 empezó la que se cree segunda reconstrucción o reafirmación en Ponte Freixo siguiendo las directrices de los especialistas ganadores del concurso: los ingenieros Carlos Nárdiz, Manuel Durán y Segundo Alvarado, profesores universitarios los dos primeros en la escuela de Arquitectura de a Coruña, y el tercero, ingeniero del Ayuntamiento de Ourense, hoy residente, por matrimonio, en Texas. El puente, si no se intervenía, amenazaba el derrumbe por aquellas crecidas pasadas cuando los tajamares ya presentaban fisuras. Fue una reconstrucción o reafirmación que dotó al puente de elementos extraños, podrá parecer, como el cemento, que también usaban los latinos en sus construcciones, pero choca ese pavimento tendente a robustecer el puente y esas barandas de madera, perdidos por desplome o derribo los barandales de piedra, que no hacen sino proteger a los visitantes que por él pasen porque, plantead, según los estudios, el uso como puente, se optaría por peatonal, ya que otro vecino por donde la carretera para tránsito de vehículos. Deriva el nombre éste, de freixo o fresno porque más arriba una aldea con este nombre o al revés. Allí abundan, como árboles ribereños, el aliso o amieiro, el sauce o salgueiro, el fresno o freixo, el abedul o bidueiro, que dan amenidad al lugar y mucha umbría en los cálidos estíos que se agradece mientras los chavales se lanzan a las represadas aguas medio centenar de metros arriba, desde un aliso inclinado encima del agua y no un fresno como cabría esperar, ignorando acaso lo histórico del lugar.