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De ruta por el Alentejo: naturaleza y tradición

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Aquí se pueden explorar campos de violetas, observar aves únicas y descubrir paisajes que permanecen en la memoria, en plena llanura, en la cima de un acantilado, en una dehesa o junto al mar

En este lugar de llanuras, cruzado por arroyos, mar y campos que nos llenan el espíritu de viajes y experiencias, tanto acampar como alojarse en uno de los montes (cortijos típicos) encalados, junto a la llanura, en las sierras o cerca del mar, son buenas maneras de vivir plenamente el auténtico Alentejo. Aquí se pueden explorar campos de violetas, observar aves únicas y descubrir paisajes que permanecen en la memoria, en plena llanura, en la cima de un acantilado, en una dehesa o junto al mar. 

En octubre, no muy lejos, en Marvão, no se pierda el Festival Al Mossassa, que celebra la fundación de la villa y donde se puede encontrar un mercado árabe, artesanía, gastronomía, música y teatro. Si quiere disfrutar de la naturaleza, adéntrese en las sierras, entre montes, valles y arroyos, haciendo las rutas de senderismo o dando paseos en bicicleta de montaña.
Entre los lugares que hacen del Alentejo sinónimo de historia y tradición se encuentra Castelo de Vide, localidad conocida como la "Sintra del Alentejo”. Inicie su viaje en el tiempo, con tiempo. Contemple su arquitectura, admire las fincas del siglo XVIII y los jardines, los portales góticos, las iglesias y la judería.

No muy lejos, no deje de visitar el Museo de la Tapicería de Portalegre, dedicado a su fundador, el artista Guy Fino, y con una colección que incluye obras de artistas como Almada Negreiros, Maria Keil, Júlio Pomar y Vieira da Silva. Haga la ruta por las riberas del Tajo, recorra a pie el paso de madera que está junto al río, entre la playa fluvial de Alamal y el puente de Belver, con el castillo como telón de fondo.

Disfrute de la gastronomía de Portalegre, especialmente de sus embutidos. Y si es aficionado a la pesca, vaya un poco más allá hasta Ponte de Sor, el embalse de Maranhão o el de Montargil. Si prefiere la caza, no deje de hacer una parada en Sousel. 

Baje y pare en Elvas para comer una tarta sericaia. Justo al lado, en Estremoz, ciudad de vestigios barrocos, comienza la Ruta del Mármol. A partir de aquí se pueden visitar palacios e iglesias, fincas y casas modestas e incluso tabernas y calzadas revestidas de mármol.
A continuación, vaya a Borba, que también forma parte de la Ruta del Mármol, y no olvide que esta es una tierra de buenos vinos y, por lo tanto, un lugar de parada obligatoria en la Ruta de los Vinos del Alentejo. En Vila Viçosa, fíjese en los trabajos de mármol de las fachadas de las iglesias y, por supuesto, en el suntuoso Palacio Ducal, en el Convento de los Agustinos y en el Convento de las Llagas. 

No muy lejos de allí, las alfombras de Arraiolos para los amantes de la artesanía, o la Ruta de Naturaleza de Cabrela y Monfurado, en Montemor-o-Novo, para los amantes de la naturaleza, son buenas sugerencias.

No deje de hacer una parada en Évora, una ciudad de innumerables historias y con mucho que ver.  Deguste en O Redondo sus excelentes vinos y continúe su recorrido por los municipios de Granja/Amareleja, Moura, Reguengos de Monsaraz y Vidigueira, que también forman parte de la Ruta de los Vinos.

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