Ahora son las redes sociales y los juegos los que están en un momento en el que su crecimiento y expectativas pueden enmascarar sus datos reales de impacto en el usuario final
La burbuja tecnológica no ha dejado de ser un efecto cíclico en internet desde que a finales de la década de los 90 comenzara el fenómeno de las ".com". Entonces muchas empresas y páginas web eran los que cotizaban al alza de una manera irreal, mientras que ahora son las redes sociales y los juegos los que están en un momento en el que su crecimiento y expectativas pueden enmascarar sus datos reales de impacto en el usuario final y su repercusión económica en las empresas que los han desarrollado.
En este momento hay tres ejemplos claros de esta situación. Por una parte está Twitter, una herramienta imprescindible en la comunicación mundial, y que por octavo trimestre consecutivo desacelera en cuanto a ingresos, a pesar de que aumentó su mercado alrededor del 1 %, hasta los 313 millones de usuarios activos en el trimestre que finalizó en junio.
Por otro lado está Facebook Messenger, que cosechados los mil millones de usuarios activos, quiere evolucionar desde servicio de mensajería instantánea a una plataforma inteligente capaz de solucionar problemas cotidianos y de poner en contacto con eficacia a marcas y empresas con personas, para no estancarse y caer en la misma dinámica que Twitter.
Por último está el fenómeno Pokémon Go, un juego que ha cambiado por completo las perspectivas del mercado y de la industria, un juego callejero y social que rompe las barreras del aislamiento digital y permite no perder de vista el mundo real. Tras dos semanas en las que el valor de Nintendo en bolsa se duplicó y la aplicación superó en numero de usuarios activos a Twitter, comienza ahora un proceso de ajuste de valor en el mercado bursátil y ha empezado a disminuir el número de usuarios y las horas de juego diarias.
Con estas tres situaciones, y sumada la reciente venta de Yahoo! por poco más de 4.400 millones de euros (su valor llegó a ser de más de 100.000 millones), el mercado comienza una época de cambios en las que asentar con firmeza las bases para una nueva revolución en cuanto a aplicaciones finales útiles para el ocio y trabajo de los usuarios, pero apegadas a la realidad económica y a un crecimiento sostenible más que a las expectativas especulativas.
