Tinte capilar, una moda antigua como la Historia

Desde el principio

Cambiar el color de nuestro cabello es casi tan antiguo como la Historia misma. De hecho, se trata de una costumbre datada ya en tiempos de los egipcios y que ha evolucionado siguiendo las corrientes estéticas de cada era. En la época de las pirámides, lo habitual era conseguir un tono negro azabache para la cabeza utilizando materiales como henna o kohl. 

La costumbre la mantuvieron los griegos, utilizando los mismos ingredientes para conseguir ese tono de cabello propio de la estética mediterránea. Herederos de muchas de sus costumbre, los romanos, especialmente las mujeres, trataron de imitar el aspecto de las esclavas galas, que presentaban un color de pelo más rubio que el de quienes habían nacido en la capital del imperio. Para ello utilizaban una pasta elaborada a partir de cenizas de madera de haya y sebo de cabra que ayudaban a decolorar el cabello. A partir de ahí, sales de plomo y cortezas de plantas completaban el proceso. Paralelamente, en la cultura musulmana eran los hombres quienes aplicaban tintes, pero en su caso lo hacían sobre la barba. 

Pasaron los años y llegó el Renacimiento con Venecia como su capital artística y el lugar de donde salían muchas de las corrientes estéticas que imperaban entonces. A partir de sosa y la exposición durante horas a la luz del sol era como conseguían aclarar el cabello y conseguir esa piel pálida y ese pelo claro que te hacían estar a la moda en aquel momento. El método se extendió por toda Europa, con especial incidencia en Francia, donde se popularizaron unos polvos elaborados a base de restos vegetales y cenizas.

Con el barroco llegó el uso de pelucas, relegando el tinte a un segundo plano pero manteniendo la costumbre veneciana entre los más pudientes. Llegó el siglo XIX con su consiguiente Revolución Industrial y los métodos se fueron sofisticando. Aparece en el proceso el agua oxigenada, perfecta para aclarar el cabello y cuya popularidad no tardó en propagarse. Se inicia también el uso del nitrato de plata. Pero es 1863 cuando se produce la gran innovación de la mano de Haussman y su descubrimiento de un colorante muy utilizado en peletería que se extendió como tinte capilar. 

Tintes naturales

Los inicios del siglo XX traerían consigo los primeros tintes líquidos con procesos muy similares a los que todavía seguimos hoy. Actualmente se estima que el 60% de las mujeres y alrededor del 8% de hombres tiñen su pelo entre seis y ocho veces al año, por lo que constituye un importante mercado dentro del mundo de la cosmética. Sin embargo, la tendencia es conseguir tintes cada vez más naturales, eliminando la parte química y sofisticando los procesos que seguían en la antigüedad para conservar la salud del cabello y conseguir productos más respetuosos con el medio ambiente.

A todo color

A nivel estético, hoy todo vale. Si por un lado son muchas las mujeres que desean un color de cabello más claro, especialmente a partir de cierta edad, apostando por tonos rubios y cobrizos, también está en auge un amplio arco iris de colores. Hoy en día es habitual cruzarse por la calle a quienes apuestan por rosas, violetas, azules o verdes en su cabello, si bien se trata de colores que no suelen durar en el tiempo por el delicado mantenimiento que requieren. 

Sin embargo, la oferta de productos es muy amplia y existen soluciones que permiten teñir el pelo de forma temporal apostando por este tipo de procesos como algo con lo que divertirse y cambiar nuestro look. 

Canas a la vista

Frente a esto, las canas se han impuesto y han reclamado su papel como efecto natural del paso del tiempo. Si hace unos años era poco frecuente ver a mujeres que apostasen por mostrar su pelo blanco, hoy es cada vez más habitual. La aceptación de la madurez y la conciencia más ecológica hacen que cada vez más mujeres muestren con orgullo su nuevo look “plateado”. Famosas como Ángela Molina, Eva Longoria o Andie McDowell han ayudado a visibilizar y apoyar esta tendencia.

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