EN GALICIA

Ulla, el río que llevo a Santiago hasta Compostela

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photo_camera Los torrentes de Mácara, una sucesión de cascadas y rápidos que muestran al joven Ulla en Palas de Rei.

No es un río segundón, aunque está a mucha distancia en longitud, caudal y cuenca de primero de los ríos gallegos, el Miño.

Cuatro caminos a compostela se encuentran con el río Ulla en su itinerario. El francés lo hace a pocas etapas de dejar el Miño en Portomarín. En Palas de Rei es un río juguetón e impetuoso que forma los torrentes de Mácara. Muy cerca recibe las aguas del río Pambre. En el camino Mozárabe, los peregrinos lo cruzan en Ponte Ulla, al dejar el municipio pontevedrés de A Estrada y entrar en el de Vedra. También estos viajeros se habrán encontrado con el Miño varias jornadas antes, al llegar a la ciudad de Ourense. Los caminantes que utilizan la ruta jacobea portuguesa, lo pasan al llegar a Pontecesures, justo donde río y ría se hermanan con aguas salobres, después de haber conocido el Miño en su tramo final, desde la desembocadura hasta Tui. 


Dicho ésto, podría parecer que el Ulla es un segundón, no solo en longitud y caudal sino a la hora de aparecer ante los peregrinos que hacen cualquiera de los principales caminos a Compostela.
Sin embargo fue precisamente el Ulla el que llevó, aguas arriba hasta Padrón al apóstol Santiago desde Jaifa en el viaje que ha cimentado toda la simbología compostelana desde el Códice Calixtino. 


Desde su nacimiento en el término municipal lucense de Antas de Ulla, dibuja sobre el paisaje gallego un itinerario de 132 kilómetros que se caracteriza por una gran fertilidad. Quizá el hecho de quedar alejado de las grandes ciudades y villas ha permitido que sus riberas conserven una esencia silvestre apenas trastocada por el hombre, salvo el embalse de Portodemouros, en el que se encuentran los municipios de Vila de Cruces y Arzúa. Construido en la década de 1960 tiene una capacidad de casi 300 hectómetros cúbicos, siendo el tercero de Galicia después de Belesar y As Portas.

Los viaductos

Pero los embalses no constituyen la obra de ingeniería más destacable en el Ulla. Tampoco los puentes, con ser de gran belleza estética y riqueza histórica, como  el que origina el topónimo de Ponte Ulla, entre Vedra y A Estrada, o el de Pontevea, entre Teo y A Estrada, de origen medieval y, sobre todo, el de Pontecesures, de origen romano. Tres viaductos ferroviarios sobresalen por su impresionante perfil.


El primero de ellos, es el de Gundián. Construido entre las décadas de 1940 y 1950, permitió al ferrocarril de Ourense a Santiago salvar el valle del Ulla en Ponte Ulla, a una altura sobre el curso del río de 86 metros, todo un record en aquel momento, en el que comenzaban a extenderse los viaductos de gran luz, obtenida mediante un único arco de hormigón de grandes dimensiones.

En la misma línea ferroviaria, si seguimos el viaje hacia Zamora nos encontraremos con el puente sobre el Miño en Ourense y sobre el Esla que cruza el viaducto Martín Gil. el viaducto de Gundián entró en servicio en septiembre de 1958. Un sendero desde la carretera que une Ourense y Santiago permite llegar hasta un mirador desde el que se puede otear el valle del río al lado mismo de la vía del tren. Hoy, desde ese mirador se observa otro viaducto que empequeñeció al de Gundián. Es el del trazado de alta velocidad, mucho más sobrio en el diseño que su predecesor. Con 630 metros de lontitud entre estridos y 168 metros de luz en el arco central, el viaducto del AVE es el más alto de Galicia: 116,9 metros sobre el río.


El último de los ingenios humanos en cruzar el Ulla es el viaducto del Corredor del Eje Atlántico. Diseñado inicialmente con un único arco, el elevado coste de la obra obligó a reconvertirlo en un puente de pilas de hormigón que sostienen el tablero metálico ferroviario más largo de Europa: 1.620 metros, con tres vanos centrales de 225 metros los dos laterales y 240 el central. Apenas unos pocos cientos de metros separan dos mil años de ingeniería, entre el romano de Pontecesures que da paso a la Via Vigesima "Per loca maritima" y el inaugurado la pasada primavera que puso punto final a las obras del corredor del Eje Atlántico.


Aunque la ingeniería es llamativa por sus espectaculares dimensiones, los rincones más bellos del Ulla se encuentran a merced de los senderos que llevan a los pescadores a esos rincónes mágicos en los que es posible, armados de paciencia, capturar unas cuantas truchas, un reo,  y con suerte, un magnífico salmón.

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