Los usos de las hojas de otoño

Las hojas que caen cada otoño de árboles caducifolios son un recurso natural rico en materia orgánica, en minerales extraídos del subsuelo por las raíces de los árboles, y en microorganismos que, en su proceso de descomposición contribuyen a enriquecer el suelo. Por ello vamos a repasar los usos que le podemos dar en nuestro jardín. El mantillo, acolchado o mulching es el término utilizado en jardinería y agricultura para referirse a la capa de material aplicada sobre la superficie del suelo, principalmente para modificar los efectos del clima local. Existe una amplia variedad de materiales, tanto naturales como sintéticos y sus propósitos son los siguientes: retener la humedad del suelo, mantener fresco y limitar la germinación de semillas de hierbas no deseadas. Uno de los materiales que podemos utilizar son las hojas caídas de los árboles en otoño. Además, las hojas agregan nutrientes al suelo a medida que se descomponen, y los gusanos y los microorganismos del suelo también actúan sobre ellos, lo que da como resultado un suelo más ligero y esponjoso con el tiempo. Podemos conseguir un buen acolchado o mantillo orgánico con las hojas para utilizar en macizos de flores y huertos, alrededor de árboles y arbustos, y en contendedores. Para ello, tendremos que recoger y triturar las hojas. El uso de las hojas no tendrá los mismos efectos si las esparcimos por las macetas, ya que los sustratos no tienen una biodiversidad tan amplia como para descomponerlas. La enmienda orgánica es la que obtenemos de materiales carbonados de origen vegetal o animal, es decir, de materia orgánica, utilizado fundamentalmente para mantener o aumentar el contenido en materia orgánica del suelo, mejorar sus propiedades físicas y mejorar su actividad química y biológica. Para obtener una enmienda orgánica que mejore nuestro suelo, primero debemos recolectar las hojas del jardín y triturarlas al igual que con la obtención del mantillo. Si disponemos de un cortacésped rotativo, sería ideal porque en este caso no solo tritura las hojas y acelera la descomposición, sino que también agrega recortes de césped, lo que aumenta el valor nutritivo del moho obtenido en la descomposición. Las hojas recogidas se introducen en una bolsa de plástico, humedeciéndolas si están secas. Después, hacemos agujeros con la punta de un cuchillo o tijera y atamos la bolsa en la parte superior sin apretar. Las bolsas obtenidas se colocan en cualquier rincón sombrío del jardín, donde permanecerán entre uno y dos años. También podemos recolectar las agujas y restos de poda de las coníferas, pero en este caso conviene ponerlos en pilas separadas, ya que tardan mucho más en descomponerse y, además, producen un moho ácido que es ideal para cubrir plantas acidófilas, como rododendros, azaleas, camelias, hortensias y gardenias. Otro uso sería la obtención de un abono orgánico. En este caso, las hojas son una gran fuente de material “marrón” con alto contenido de carbono para el compost casero. Simplemente se trata de agregar capas de hojas trituradas a la pila de compost con los materiales verdes regulares, como restos de verduras y frutas, malezas, recortes de césped y plantas que retiramos en la limpieza del jardín en otoño. Otra función de las hojas, a pesar de que pueda no ser la que más nos interesa, es la de actuar como refugio para la fauna silvestre. Las hojas de otoño, junto con ramas y alguna que otra piedra, se puede convertir en refugio de invierno para algunos animales. Al llegar la primavera, podemos retirarlas sin poner en peligro dichas especies. Reducir, reciclar y reutilizar Las hojas caídas en otoño tienen diversos usos y se merecen algo más que ser retiradas y tiradas a la basura como si fuesen un deshecho cualquiera. Antes de recogerlas y tirarlas debemos recordar las tres erres: reducir, reciclar y reutilizar.