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La vida loca de Xavier Cugat

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photo_camera Imagen: XAvier Cugat con Abbe Lane, 1959.

Al calor de “Sexo, maracas y chihuahuas”, el documental de Diego Mas Trelles, redescubrimos un personaje como Xavier Cugat, quien jamás hubiera quedado al margen de estas líneas. 

Xavier Cugat (Girona, 1900; Barcelona, 1990) se paseaba en su ocaso en un Rolls Royce por las calles de Barcelona y se hospedaba en el Ritz, Estaba en la ruina, sus cinco matrimonios fracasados, negocios fallidos y los royalties de una industria que aún no daba. El hombre que construyó su propio personaje, mitad músico talentoso mitad alumno aventajado del marketíng, había de fingir sentirse mal para así cobrar de las mutuas lo que no llegaba. Mujeriego empedernido, se casaría cinco veces -Rita Montaner, Carmen Castillo, Lorraine Aller, Abbe Lane, Charo Baeza-, mujeres a las que encumbraba al frente de sus orquestas. Las mujeres le daban cuerda y él lo aprovechaba, su imagen de mujeriego formaba también parte del espectáculo, una especie de Dalí, entre histriónico, hedonista y musical; suyos fueron los primeros éxitos en ritmos latinos (conga, mambo, samba), muy seguidos y con grandes intérpretes entre sus filas como el singular Tito Rodríguez. Violinista y director de orquesta, se crió en La Habana donde su padre huyó de posibles represalias franquistas. A los 12 años aterrizó en Nueva York, animado por Enrico Caruso, que le vio talento. Allí tocaría a cambio de comida y conocería noches al raso en los bancos de Central Park. Todo aquello pasó, pasaría a ser ya “Cugui", el director de orquesta más famoso de los Estados Unidos, reconocible en su actitud de dirigir a la orquesta con alguno de sus chihuahuas entre los brazos, también por su sonrisa. 
La mafia, como a tantos, le dio de comer. Él, además, todos los viernes se sentaba a la mesa del mismísimo Al Capone.

Se jactaba de haber bautizado a Rita Hayworth como tal, de sus inicios con Frank Sinatra, imagino que por afinidad con la mafia, de acomodado a Woody Allen como clarinetista en su orquesta; muchos años después, éste le brindaría un homenaje en Días De Radio, donde aparecía un director de orquesta -Tito Puente- con un chihuahua. En el cine participó en varias películas con Esther Williams, siempre con papeles coloristas de director o pintor, su otra pasión, que llegó a ejercer. Era Cugat, un vividor, con sumo talento.   

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