Ser abuelo en una jaula

Abby, Bobby, Luisa, Reme y Pluma son los "abuelos" de Proanimales Verín. Todos ellos rondan entre los 9 y los 11 años y, tras vivir una vida difícil -algunos fueron abandonados, otros malvivieron en la calle o se quedaron sin dueño por fallecimiento- los responsables de la protectora buscan darles una última y, posiblemente, única oportunidad: la de poder pasar los años que les queden al calor de un hogar. Abby acaba de cumplir una década de vida y ya lleva en la protectora un año y medio. Comparte jaula con sus dos hijos, a los que dio a luz en una tubería de la localidad de Ábedes -Verín-. "Los cachorros tenían días cuando los encontramos", relata Veves Gascón, responsable de Proanimales Verín. "Abby es muy sumisa, muy buena. Cuando tratamos de rescatarla de la calle tenía mucho miedo y no se dejaba coger. Pero es muy buena y muy cariñosa. Te viene y te conquista", añade. Bobby es el más veterano de Proanimales, con 11 años de vida. Veves le califica, sin embargo, como "un gamberrete juvenil", y es que la edad que registra su pasaporte perruno no hace justicia a su carácter alegre e inquieto. "Es un gamberro. Siempre está para arriba y para abajo, buscando cosas, mirándolo todo. Si aparece un gato por la calle se vuelve loco, ¡no te vayas a creer que es un abuelete que se sienta y ya está! ¡No! Da mucho juego", asegura Veves. Bobby sufrió, como tantos perros del rural, la pérdida de su dueño. Con él vivía en Tintores. La familia, que no reside en Galicia, decidió dejar el can en la protectora. "Lleva con nosotras dos años. En la jaula lo pasa fatal, se queda sin voz de tanto ladrar", lamenta la responsable de la protectora. A Luisa la encontraron los voluntarios de Proanimales hace más de un año en la calle Luis Espada de Verín -de ahí su nombre-. "También estaba con dos cachorros. Les abandonaron a todos en medio de la noche. Unos trabajadores de la zona me llamaron a las siete de la mañana para alertarme de la situación. Ellos los cogieron en el momento. Luisa estaba muy mal, tenía fiebre y todo. Estaba en plena afectación de la Leishmaniosis. No se tenía en pie y los dos cachorros estaban detrás suya", recuerda Veves. "Tenían mes y medio y se adoptaron al poco tiempo. Luisa tiene Leishmaniosis pero está estupenda, su carácter es ideal: es tranquila, reposada... Es perfecta. Se echa un poco para atrás con los desconocidos al principio", añade. Desde Proanimales explican que la Leishmania -Ourense es la provincia gallega en la que más incidencia tiene esta enfermedad- es perfectamente controlable después de proporcionar al animal un primer tratamiento de choque de una duración de un mes. Posteriormente, los perros afectados por este parásito tan sólo precisarían una pastilla diaria -Alopurinol- y una analítica anual. Haciendo también honor al lugar en el que fue encontrada por los responsables de Proanimales -el Campo de los Remedios de Verín- Reme, de unos ocho años de edad, lucha ahora por recuperarse de algunas de las dolencias que adquirió tras ser abandonada. Fue recogida por los voluntarios el pasado día 4 de agosto. "Hemos tenido que tratarla. Venía con un bulto y con infección en los ojos", cuenta Veves. Pluma, de nueve años, apareció un día de nieve en Ábedes. Debajo de un palé y un árbol, la perra cuidaba a sus cachorros. "Es una perra diez. Perfecta. Es maravillosa. Le encanta que le rasques la barriga", cuenta Veves, convencida. Los cachorros de Pluma, como los de Luisa, también terminaron siendo adoptados, una suerte que, de momento, no han tenido las veteranas. Esta es una tendencia que se repite en todas las protectoras de animales en las que cada día que pasa corre en contra de los perros adultos: muchos se quedarán sin tener una familia con la que compartir su últimos años.