Las autoridades mexicanas detuvieron a diez policías municipales en relación con el asesinato de 12 agentes federales, cuyos cuerpos aparecieron apilados en una carretera del estado de Michoacán el lunes pasado.
La fiscalía federal obtuvo las órdenes de detención preventiva por una duración de cuarenta días con el objetivo de 'determinar o deslindar' la responsabilidad de los detenidos 'en el homicidio de los agentes federales'.
Un comunicado de la fiscalía afirma que se pretende 'robustecer las investigaciones que relacionan a los ahora detenidos con hechos delictivos para favorecer las operaciones de La Familia Michoacana', el grupo de narcotrafricantes que opera en ese estado en el occidente mexicano.
Los cuerpos de los agentes fueron encontrados en una autopista michoacana con disparos de arma de fuego y algunos presentaban huellas de torturas.
En lo que constituye un gran escalada de la guerra contra el narcotráfico, el gobierno mexicano ha enviado más de 5.000 policías y militares a Michoacán, el estado natal del presidente, Felipe Calderón.
Michoacán, con costas en el Océano Pacífico, ha sido durante años un punto clave de entrada de la cocaína procedente de América del Sur y destinada a Estados Unidos.
Ahora, en una señal de fuerza, el Gobierno ha estrechado el cerco contra los narcotraficantes y establecido puestos de control en las principales carreteras del Estado.
Sin embargo, los analistas coinciden en que los agentes federales permanecen en una posición de vulnerabilidad en una región donde los cárteles de la droga pueden acceder fácilmente a información de inteligencia respecto a los movimientos y las operaciones de los efectivos.
Un comunicado de la fiscalía afirma que se pretende 'robustecer las investigaciones que relacionan a los ahora detenidos con hechos delictivos para favorecer las operaciones de La Familia Michoacana', el grupo de narcotrafricantes que opera en ese estado en el occidente mexicano.
Los cuerpos de los agentes fueron encontrados en una autopista michoacana con disparos de arma de fuego y algunos presentaban huellas de torturas.
En lo que constituye un gran escalada de la guerra contra el narcotráfico, el gobierno mexicano ha enviado más de 5.000 policías y militares a Michoacán, el estado natal del presidente, Felipe Calderón.
Michoacán, con costas en el Océano Pacífico, ha sido durante años un punto clave de entrada de la cocaína procedente de América del Sur y destinada a Estados Unidos.
Ahora, en una señal de fuerza, el Gobierno ha estrechado el cerco contra los narcotraficantes y establecido puestos de control en las principales carreteras del Estado.
Sin embargo, los analistas coinciden en que los agentes federales permanecen en una posición de vulnerabilidad en una región donde los cárteles de la droga pueden acceder fácilmente a información de inteligencia respecto a los movimientos y las operaciones de los efectivos.
