Obama no quiere ser gendarme del mundo

Obama no quiere guerras que quizá se sepa cuando empieza pero no cuando acaban

El presidente Barack Obama acaba de realizar estos días pasados un crucial viaje a Europa con etapas en Normandía, Bruselas y Varsovia tratando de afianzar y consolidar los vinculos y buen entendimiento entre los Estados Unidos de América y la Unión Europea.

Ahora bien, según reiteró en Washington, se niega en redondo a involucrarse directamente en cualquier conflicto armado, como sería en estos momentos la intervención en un Iraq insurgente, de donde salieron las tropas esadounidenses en 2011. Obama rechaza erre que erre el papel de gendarme del mundo y por ello renuncia a poner coto militarmente a la actual gran ofensiva de la milicia yihadista denominada "Ejército Islámico de Iraq", que domina una buena parte de la nación musulmana tras conquistar Mosul, la segunda ciudad de la nación del Tigris y el Éufrates, abandonada a la desbandada por las fuerzas del gobierno pronorteamericano de Nuri al Maliki, entrenadas costosamente para más inri por los EEUU.

Obama llegó al poder en Washington en 2009 y anunció su oposición a la invasión de Iraq en 2003. Prometió la retirada de esas tropas y lo cumplió: desde finales de 2011 no quedan militares norteamericanos en la nación musulmana. Su oposición a la guerra de Iraq es indisociable de su ascenso a la presidencia pero, según publica la prensa norteamericana, el rebrote de la insurgencia podría hacerle cambiar de opinión, no con una intervención terrestre, que descarta, pero sí quizá aérea, ya que la Marina estadounidense desplegará un portaaviones, el "USS George HW Bush", en el Golfo para proteger vidas e intereses estadounidenses en Iraq, si es necesario.


UN AREÓPAGO BIEN APROVECHADO

Problemas no le faltan, algunos de prolongada actualidad como el de Ucrania, país que quiere sujetar a Occidente para superar su difícil situación: es un estado fallido, quebrado económicamente, al que el Fondo Monetrario Internacional (FMI) trata de salvar con un paquete de recuperación de 18 mil millones de dólares. Pero Norteamérica y la Unión Europea están dispuestas a pagar lo que sea para que esta nación que marca el linde entre los dos bloques siga del lado occidental del tablero.

No fue fácil. Curiosamente, las ceremonias del aniversario de la Seguda Guerra Mundial en Benouville (Normandía) propiciaron encuentros informales entre el presidente François Hollande, la canciller Angela Merkel, el primer ministro David Cameron, el mandatario norteamericano y Vladimir Putin que sirvieron para romper el hielo. Putin y Obama se entrevistaron brevemente dos veces y el espíritu de concordia del areópago allí reunido fue contagioso, pues el presidente ruso habló durante un cuarto de hora con el recién elegido presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, y calificó el intercambio de muy positivo. El primer mandatario estadounidense le pidió a su homólogo ruso que Moscú reconociera al presidente ucraniano elegido el 25 de mayo último como líder legítimo. Dicho y hecho, al menos de palabra. Putin no solo lo reconoció sino que accedió a su invitación a Kiev, lo que equivale a darle carta de naturaleza a la nueva Ucrania en la región. La situación parece moderarse. Un almuerzo bien aprovechado.



EL MEJOR EJEMPLO DE GUERRA JUSTA

Como ya dije, telón de fondo fueron las ceremonias de conmemoración del 70 aniversario del desembarco en Normandía el 6 de junio de 1944 que se celebraron en el cementerio de miles de cruces blancas en las inmediaciones de misma playa de Omaha en conmemoración de la intervención norteamericana en la Segunda Guerra Mundial contra la Alemania nazi que dominaba la Europa de entonces. La contienda duró seis años, causó la muerte en el Viejo Continente de 400.000 soldados norteamericanos y 10 millones de rusos, según las distintas estadísticas. Extendida a África del Norte, a Extremo Oriente y al Océano Pacífico, esta guerra total, la peor de todas las que hubo, provocó un verdadero holocausto: 12 millones de muertos, entre ellos, 8 millones de civiles. Tal matanza tenía que pesar en estas fechas de aniversario en el ánimo de los dirigentes norteamericanos, rusos y europeos. Las cifras dan fe de la espantosa tragedia y encogen el ánimo aunque se tratara del mejor ejemplo de guerra justa, la guerra para neutralizar al führer Adolf Hitler.

Obama detesta las guerras y acababa de tener la valentía de decir pocos días antes en la academia militar de West-Point (EEUU): como norma general, los derechos humanos no justifican un conficto armado. Norteamérica sólo debe enviar a sus ejércitos en ocasiones excepcionales, cuando sus intereses vitales se vean amenazados. Si no es así, el umbral para enpremder una acción militar ha de ser el más alto y además, debemos buscar aliados. Toda una declaración de principios de pacifismo a ultranza que resalta aún más después del belicoso presidente republicano George W. Bush, que desencadenó dos guerras, la de Iraq y la de Afganistán.



PROMESA CUMPLIDA

"Gato escaldado, del agua fría huye". En un editorial muy crítico, "The New York Times" amonesta severamente a Obama, a pesar de ser un mandatario con el que los ciudadanos norteamericanos recobraron la esperanza en el momento de su elección, incluso si después se volvieron a desilusionar por sus promesas incumplidas.

Con la cantinela "se queda corto", enumera las carencias de este presidente que está en el sexto año de su mandato. Se queda corto cuando Siria se desangra desde hace más de tres años; cuando su presidente, Bachar el Asad, celebra unas elecciones ridículas para sellar su tiranía; cuando Vladímir Putin logra anexionarse Crimea, primera invasión que perpetra una gran potencia en Europa desde 1945; cuando los prorrusos causan estragos en el este de Ucrania; cuando los sueños egipcios de libertad que brotaron e en la plaza Tahrir han desembocado en la victoria sospechosamente arrolladora del exgeneral Abdelfatá al Sisi en unas elecciones grotescas. Esta diatriba anti Obama del New York Times, un periódico demócrata contra un líder demócrata, es una nota discordante en la partitura del primer presidente negro de Norteamérica. Una crítica severa porque los otros políticos de su tiempo no suscitaron mejores esperanzas.

Pero no hay nada que hacer, Obama no quiere enfangarse en guerras, que quizá se sepa cuando empiezan pero no cuando acaban. Y esta no va a ser una excepción.

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