25 años sin José Blanco, primer bombero fallecido en Ourense

José Blanco Rodríguez fue el primer y último bombero fallecido en acto de servicio en la ciudad de Ourense. Ocurrió hace 25 años, en 1996. El garaje de las galerías Viacambre, en la calle del Paseo de Ourense, estaba ardiendo por el efecto de un cortocircuito. Él entró junto a unos pocos compañeros y con unos medios extremadamente precarios. No pudo salir con vida de allí. El sargento Manuel Vázquez Ferreira no puede olvidar lo sucedido: “Solo estábamos siete personas de servicio, nos movilizamos enseguida pero surgió otro incendio en el barrio de la Lonia y dos de los nuestros se tuvieron que ir, éramos cinco personas para una situación muy complicadas: un garaje. El aparcamiento de Vicambre ardía con los coches dentro y los clientes, ajenos a lo que estaba pasando, seguían cogiendo el ascensor para bajar. Los bomberos tuvieron que actuar porque el incendio empeoraba cada minuto: “Entramos con unos trajes anticuados y obsoletos del todo. Para comunicarnos entre nosotros -dentro no se veía nada- llevábamos unos repetidores a los que no les llegaba la señal. Estábamos solos y sin alarmas personales. Los retenes tardaron en llegar. Tuvimos que afrontar la situación como pudimos”. El fuego comenzó en un vehículo. Todas las plazas tenían persianas de metal que estaban bajadas, por lo que era un juego de azar adivinar en cual de ellas se estaba produciendo el incendio. El sargento Ferreira fue uno de los hombres que junto a Blanco entró en aquel garaje. Resultó herido de gravedad por la inhalación de humo y estuvo ingresado en el hospital. También estaba el bombero José Luis López. Cuando este y el sargento supieron que su compañero había desaparecido entraron -”casi a pulmón”- a intentar sacarlo de allí. Estuvieron esperando a que saliese e hicieron un rastreo: “Veíamos como salía gente y pasaba el tiempo, las botellas de aire tenían una duración limitada”, recordó. Concretamente, la del fallecido se había terminado, “y una vez que eso ocurre ya no hay solución”, señaló Ferreira. “Fue una situación de extrema complejidad. No conocíamos el garaje y no había vías de escape, daban a la primera planta”, recuerda. El oxígeno era el justo y el humo no perdonaba: “Todos teníamos fatiga muscular, psicológica y mucha tensión acumulada. Si hubiésemos tenido unos medios más actualizados esto no habría pasado”, señaló. La causa por la que murió José Blanco fue la intoxicación con el gas que generó el incendio. La caída de la bovedilla del techo o la desorientación por la exhaustiva inhalación de humo fueron los motivos que impidieron al bombero abandonar el garaje cuando se le estaba agotando el oxígeno. Era un hombre de 37 años, vecino del barrio de A Ponte que estaba casado y tenía una hija. El entierro fue emotivo y multitudinario. Acudieron más de 2.000 ourensanos y 500 profesionales de otras ciudades españolas. “La situación actual del parque es alarmantemente parecida a la del 96” La obsolescencia del material con el que contaban los bomberos fue la principal causa de que se desatase la tragedia. La clase política tuvo que disculparse al día siguiente porque los trabajadores del parque llevaban tiempo pidiendo mejores condiciones. “Estaba el alcalde Manuel Cabeza y Enrique Rodríguez Nóvoa como concejal y se reunieron y aprobaron una comisión de compra de material. Se compraron vehículos, material, se dotó de personal y de una organización más seria”, explica el sargento Ferreira, que recuerda que antes del incendio “no teníamos ni visor técnico para descubrir el fuego o el cuerpo del compañero, ni emisoras de canal directo, ni trajes o siliconas para proteger la respiración”. Además, la formación era la justa, tanto teórica como técnica: “Aunque nada te prepara para vivir algo así, toda la ayuda psicológica que teníamos era el compañero que te escuchaba después del trabajo”. Ahora, 25 años más tarde, las condiciones no cambiaron demasiado. El personal de A Chavasqueira, con 42 bomberos, está muy por debajo de lo que recomienda la Unión Europea para mantener la ciudad segura, dado que debería haber 1 profesional por cada 1.000 habitantes -sería conveniente que se llegase a 105 bomberos-. “La situación en la que nos encontramos es muy semejante. Pese a que hay material más moderno, no hay personas para que puedan utilizarlo, por tanto de poco vale”, reflexiona el sargento. Cuando ocurrió lo de Viacambre se aprobó que no pudiese haber menos de 11 bomberos en el parque. Sin embargo, “se acabó volviendo a hacer”, y en épocas como el verano, suele haber cerca de nueve trabajadores. “Está claro que hasta que no pase una tragedia, nada va a cambiar, lamentablemente así es. Cuando estas cosas se recuerdan, hay una reacción pública pero siempre se acaba olvidando”, opina Ferreira.