A Francisco F.H. le costó aceptar la ruptura con su expareja. Comenzaron a salir a comienzos del año pasado y en mayo ella dio el paso de zanjar la relación. Desde entonces, la acosó a llamadas telefónicas y mensajes de texto, a cualquier hora del día y de la noche. En un solo día, según asegura el fiscal, hubo más de 80 llamadas con el fin de concertar un encuentro. Pero también le daba ultimátums: si no accedía a verse con él, haría público a través de la redes sociales aspectos de la vida privada familiar a la víctima.
La situación afectó a modo grave a la vida cotidiana de la denunciante, ya que se sentía atemorizada ante un hipotético encuentro con el acusado o que cumpliera sus amenazas.
Francisco F.H. aceptó ayer una condena de conformidad en el Juzgado Penal 2 por un delito de coacciones en su modalidad de “stalking” (acosar a una persona de forma insistente y reiterada, de manera que le produzca una alteración grave en el desarrollo de su vida cotidiana): 60 días de trabajos en beneficio de la comunidad, además de dos años de privación de armas y otros dos de alejamiento.
