CRIMEN DE LA CALLE CONCEJO

Luis Pérez asegura que vio a su abuela muerta pero huyó

El acusado de perpetrar el crimen de la calle Concejo se fue de la casa para "desconectar de la realidad

Luis Pérez Rodríguez (32 años) cambió ayer su versión sobre cómo halló a su abuela muerta en el salón (legalmente era también su madre porque lo adoptó siendo niño) en la mañana del 7 de agosto de 2012. Ayer, en el primer día de juicio, señaló que se levantó de dormir, tras ingerir la noche previa medicamentos y fumar dos porros, y vio el cadáver en el salón, cuando hasta ahora había manifestado que se despertó a su lado.

Según manifestó ayer, al ver a Dolores Pilar Rodríguez Míguez (76 años) muerta con signos de violencia, la puerta de la vivienda abierta y las llaves en suelo se asustó. Por eso, según añadió, se dio a la fuga tras coger 300 euros (él dice que eran suyos) y las cartillas de ahorro de la difunta. "No sabía cómo reaccionar porque sabía que me iban a acusar a mí por mis antecedentes", aseguró. Pérez había estado en prisión por robos con fuerza y su abuelo en su día le había denunciado por agresión. Asegura que cogió el dinero y las cartillas y que salió de casa porque "quería desconectar de la realidad". Previamente, le apartó el pelo de la cara y cubrió el cadáver con la alfombra del salón "por respeto".

El acusado de un delito de homicidio y otro de robo con violencia, por los que se enfrenta a peticiones de hasta 20 años de cárcel, niega haber dado muerte a su abuela tal como sostiene la fiscal y la acusación particular (la hija de la fallecida y tía el inculpado). A preguntas de su abogado, volvió a decir que se fue de la casa porque no supo qué hacer, destacando que su abuela (a la que se refiere en todo momento como "mi madre") "era lo único que me quedaba en la vida".

Los policías que declararon en el juicio coincidieron en describir la escena del crimen: una vivienda sin signos de forzamiento (la puerta no estaba violentada), el cadáver envuelto en la alfombra del salón, un martillo al que le faltaba un trozo (Pérez dice que no es el que él tenía en la caja de herramientas), las manillas de la puerta del salón atadas con un cable de teléfono. En la habitación del acusado había alguna prenda por el suelo y una camiseta con sangre. En el baño también había una toalla ensangrentada. La fiscal también se interesó por una camiseta al lado de la cabeza de la fallecida que olía a amoniaco. Asimismo, los agentes vieron marcas de presión en la cara y cuello de la septuagenaria, quien, según determinó la autopsia, pereció por un traumatismo craneoencefálico severo y asfixia.

Los policías también hallaron en el interior de un armario una nota manuscrita firmada por la fallecida en la que se detallaban "las cosas cogidas por Luis", con su correspondiente valoración, sobre unos 5.000 euros, "para descontar de la herencia si queda algo".

Testimonio de la hija

La hija de la fallecida, quien descubrió el cadáver al ir a casa al día siguiente, tras comprobar que su madre no le cogía el telefóno, describió a su sobrino como "una persona violenta", asegurando que no sólo tuvo enfrentamientos con su padre (abuelo del inculpado) en vida sino también con Dolores Pilar Rodríguez. "Cuando se le decía que no, había discusión", dijo, para añadir que por esa razón fue su primer sospechoso.

El psiquiatra al que fue el procesado para complacer a su abuela relató que le diagnosticó una patología dual: toxicomanía -él sólo reconoció ayer un consumo esporádico- con un trastorno de agresividad en cortocircuito (actos impulsivos no controlados por la voluntad), propio de personas con umbrales bajos para soportar el estrés, la frustración o el síndrome de abstinencia. De hecho, le recetó medicamentos para reducir la agresividad al tiempo que le recomendó acudir a la Unidad del Conductas Adictivas del CHUO para tratar su toxicomanía.

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