El agua, símbolo y fuente de vida

Vistas de la piscina termal situada en la parte superior de As Burgas (Foto: José Paz)
As Burgas son una referencia sin la que Ourense no sería entendido. Su presencia fue haciendo surgir sucesivos asentamientos urbanos en su entorno. Al paso de los siglos, ahí siguen, brotando agua a 670, miles y miles de litros cada día. Es uno de los pilares sobre los que se asienta el turismo en la ciudad.
Si hay algo que pueda atribuírsele la nota máxima en un hipotético ranking de ourensanismo, As Burgas seguramente se llevarían la puntuación más alta. Tiene muchos méritos. Si valorásemos, por ejemplo, antigüedad, fidelidad y perseverancia, ¿quién sería capaz de colocarse por encima? La historia descubierta hasta ahora por los estudiosos pone en evidencia que en la época romana As Burgas ya eran la leche. Lo prueba la piscina sacada parcialmente a la luz, que será uno de los ejes de un libro que verá la luz próximamente, coordinado por los arqueólogos José María Eguileta y Celso Rodríguez Cao, y al que realizan interesantísimas aportaciones Roberto Yebra, Luis Cordeiro Maañón, Pedro Araújo, José Ángel Cid, Isabel Delgado, María Cruz González, Alicia Colmenero o Elvira Carregado, además de los ya citados coordinadores, Eguileta y Rodríguez Cao. La obra es reveladora de la importancia que tuvieron As Burgas para los humanos que estaban aquí asentados en aquellos tiempos, y viene a completar los trabajos realizados por buena parte de estos mismos autores, así como Juan Carlos Rivas, Olga Gallego, Xaquín Lorenzo, Cuevillas y tantos otros, fascinados por este fenómeno natural.
Quiere decirse que del estudio y de los vestigios se deduce la gran importancia de As Burgas para la ciudadanía. Han sido fuente de vida y salud. Y ahí siguen al cabo de los siglos, sin apenas variaciones, pese a los ataques y atentados contra ellas, el último hace apenas una década, con perforaciones para un complejo balneario privado, que provocó la sequía de los manantiales, luego felizmente recuperados; en otras ocasiones y épocas, el ataque fue más sibilino, fiado a la incuria y el abandono del lugar.
En los últimos lustros se ha ido imponiendo la conciencia de recuperación de ese enclave que tanto significa para Ourense. Se han dado pasos extraordinarios y habrán de darse todavía otros, pero al menos hemos llegado a la dignificación del entorno, la construcción de una nueva piscina, apta para el baño, y el centro de interpretación, llamado a ejercer de palanca sobre el pasado para dar impulso hacia el futuro, en el que los planes termales reservan un papel destacado a As Burgas.

La evolución social ha eliminado la imagen cotidiana del rosario de gente yendo a buscar agua caliente para los domicilios o para los negocios del entorno (barberías o peluquerías, por ejemplo), ni las señoras haciendo la colada en el lavadero. Ni siquiera el agua que mana abundante en los caños de la Burga de Abajo y de Arriba es utilizada para abastecer las piscinas del pabellón de Os Remedios, donde a pesar de recorrer un kilómetro desde el punto de origen, todavía llegaba a 50 grados centígrados.
Siendo eso así, la historia se repite cada día. Por un lado los turistas, atraídos por el hecho de que las fuentes compartan honor como símbolos de Ourense con el Santo Cristo y A Ponte. Allí meten la mano para comprobar que lo del vapor carece de trampa ni cartón: el agua brota a una media de 67 grados, y quema, vaya si quema; por otro, los bañistas, que acuden a la piscina. Descansan, se relajan y se aprovechan de las propiedades curativas de las aguas.
La iniciativa comenzó a funcionar con tibieza, pero la recuperación de la gestión por parte del Concello hace unos meses, convirtiéndola en gratuita, ha dado un impulso extraordinario, hasta el punto de que hay momentos del día en que las casi setenta taquillas del complejo se revelan insuficientes para los usuarios. Tampoco existe un sesgo de bañista tipo, sino que la utilización es heterogénea, con predominio de gente mayor por la mañana y abrumadora mayoría de jóvenes por la tarde.
El uso masivo ha dado al traste con la peregrina idea de que los bañistas sentían violada su intimidad por estar expuestos a un turístico de primer orden. El problema es justo el contrario: cómo racionalizar el uso para evitar el deterioro de las instalaciones.
El martes, al menos media docena de usuarios (mayoría mujeres), competían por cantar las excelencias del enclave a curiosos y mirones que se arrimaban hasta allí en busca de información pormenorizada. Nada de resquemores. Al contrario, trataban de infundirles envidia. 'Esto es lo mejor que hay; un lujo incomparable. Yo he visitado muchos sitios y en ninguno hay algo así en el centro de la ciudad', dice Delia. Pedro corrobora la versión y añade que 'estos baños son extraordinarios para la salud, ya que las aguas tienen propiedades curativas para todos los males', remachando con un 'es así, aunque no lo crea', el gesto de incredulidad de una de sus improvisadas interlocutoras.
Son los mejores agentes publicitarios, pues la Oficina de Turismo ubicada a unos metros ha sido cerrada, sin que nada lo advierta; al contrario, en la puerta figura todavía el horario de apertura al público. Y allí aguardaban inútilmente tres parejas francesas a que alguien franquease la persiana y la entrada. Hasta que alguien les ofrece la mínima información y un lugar alternativo para documentarse. La anécdota no empaña para nada la fantástica impresión que les ha causado el complejo de As Burgas. Vienen de Clermont-Ferrand y París, y aseguran que ejercerán como embajadores de la belleza de Ourense en sus lugares de procedencia en cuando lleguen. La idea es buena y convendría explotarla, por los potenciales resultados que puede ofrecer.

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