POLÍTICA

El alcalde cercano que ha devuelto la “normalidad"

Dibujo JESÚS BOOO
photo_camera Jesús vázquez, en una foto de archivo.

Cien días después de ser investido alcalde, Jesús Vázquez Abad ya es popular en la vida pública local, donde se multiplica hasta una media de presencia en cinco actos diarios

Jesús Vázquez Abad (Nüremberg, 1967) llegó a la Alcaldía con prudencia porque la incógnita de quien gobernaría se
mantuvo hasta el último minuto. Y comenzó a mandar con paciencia, la que tuvo que aplicar a una oposición airada, tan heterogénea que hacía imposible la unión para formar un gobierno alternativo a la minoría del PP. Desde aquel 13 de junio han pasado 100 días -que se cumplirán mañana- y aquel Jesús Vázquez es ahora el alcalde más conocido de la ciudad en menos tiempo. Porque el talante se le reconoce, y su capacidad y disposición para recibir a todo tipo de colectivos y a las personas, también; y si éstos no llegan a la Alcaldía, el regidor se desplaza a sus fiestas, a sus locales de vecinos y a sus parques, donde haga falta.

Además, coge directamente el teléfono para animar a un convecino, solidarizarse con una asociación y demandar personalmente al responsable de una administración la ayuda para un proyecto o la gestión de una iniciativa.

Su presencia se multiplica en las redes sociales -donde navega como un experto- pero también en el pueblo, en el barrio, en la calle, con el sector profesional que le invita. Lo que no es poco, acostumbrados como estaban los vecinos de Ourense a un regidor, el anterior, al que apenas conocían por fotografía. Ahí, Vázquez Barquero, su sucesor en el liderazgo socialista quiso paliar esa carencia estableciendo encuentros diarios con asociaciones y entidades.

Al alcalde Vázquez, impulsivo y minucioso, entregado y persuasivo, le gusta controlar toda la gestión, la propia y la de sus concejales, pendientes siempre de rendir cuentas porque el regidor, aseguran, no deja nada al azar. Por eso ya conocen sus "prontos intensos", que apenas duran minutos, suficientes sin embargo para dejar clara la estrategia que han de seguir.

Este regidor sociable, asequible y cercano tiene por delante un camino difícil, como jefe de un gobierno maniatado por votos insuficientes y una oposición que exige una relación de encaje de bolillos en cada ocasión. Vázquez Abad ya ha aprendido a ceder y a perder, y ya sabe cómo es un gobierno en minoría. Pero apunta maneras sutiles en la negociación, que le han permitido avanzar en proyectos, rebajar la tensión con DO y emprender una relación compleja
pero interesante con la oposición socialista de Vázquez Barquero, crítica pero sensata.

Amigo del diálogo, imprescindible -por otra parte- en su caso, logró superar con entereza la primera crisis política de su gobierno -la dimisión de su portavoz-, afronta con generosidad y paciencia la rigidez de la burocracia municipal -que retarda los planes que él querría para ayer- y pugna, sobre todo, por lo que denomina "la vuelta a la normalidad", sin
"escándalos", porque para él, amén de la excelencia en la gestión, la buena imagen y la cordura son imprescindibles.
 

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