REPORTAJE

Cinco años sin barreras entre mayores y pequeños en A Farixa

La experiencia pionera del Centro Interxeracional de A Farixa cumple un lustro reuniendo en un espacio una escuela infantil y un centro de día para mayores. Ayer lo celebraron con una fiesta a lo grande

El Centro Interxeracional de A Farixa, financiado por la Fundación Amancio Ortega, proyecto vanguardista que combina escuela infantil y centro de día para mayores en un mismo espacio, cumple ya cinco años. El diseño está pensado para que las relaciones entre niños y mayores vayan de menos a más: un patio une la escuela y el centro de día, espacios diáfanos en los que el contacto visual es permanente. Al principio se veían, tímidos, a través de los cristales. Ahora se miran, se reconocen y comparten rutina. Son 80 pequeños y 40 mayores. 

Aprovechando la celebración de los cinco años, los trabajadores organizaron una fiesta con pequeños y mayores. En ella, les acompañó el gerente del Consorcio Galego de Servizos de Igualdade e Benestar, Perfecto Rodríguez, que tildó de “referente para o fomento do encontro entre maiores e pequenos” al centro, gracias a la organización de actividades conjuntas que fomentan el envejecimiento activo y saludable, así como la transmisión de conocimientos y valores de forma mutua.

El hecho de que en una misma infraestructura se ofrezca una atención completa desde los primeros años de vida hasta la madurez, al tiempo que se acerca una alternativa de conciliación para muchas familias, es uno de los grandes éxitos de este centro, que fue pionero en España cuando se inauguró. Madrid, Granada, Arteixo… Con los años, se han ido uniendo a este modelo otros puntos del país. 

Para conmemorar este quinto aniversario del centro se programaron juegos de experimentación, con la participación de niños de la escuela infantil y lectura conjunta; un taller especial de cocina con la Asociación Down Ourense y otro de elaboración de jabones artesanales con la Asociación Morea. La jornada festiva remató con una actuación musical. Fue toda una fiesta que mereció, y mucho, la pena, sobre todo en un centro que sufrió, como el que más, los duros años de pandemia en que pequeños y mayores estuvieron separados por un cristal.

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