Ciudad

El Ateneo, una entidad en peligro de extinción

La próxima asamblea del Ateneo tendrá que decidir cómo será su futuro, tras no  presentarse ningún candidato para la junta directiva, tener la amenaza de una nueva mudanza en el aire y sufrir un descenso de socios.

Desde que nació en 1969, el Ateneo de Ourense ha sido siempre un referente de libertad, de encuentro y de diversidad, donde todas las opiniones tenían cabida, aún en tiempos de la dictadura. Nació con un espacio propio: la entreplanta del edificio Torre, cuyo alquiler pagaba, primero, el Ministerio de Información y Turismo y, finalmente,  la Xunta de Galicia. A cambio, el Ateneo gestionaba y daba contenido a la entidad, cumpliendo con la filosofía de su creación: ser un espacio abierto a la sociedad ourensana.


 Los tiempos fueron cambiando, y el Ateneo fue resistiendo, aunque el paso de los años se hizo notar, tanto en el estado de sus instalaciones como en el número de socios, que comenzó a desceder. Pero fue el año 2010 el que marcó el comienzo de un camino complicado y complejo que llega hasta el día de hoy, con un futuro incierto para la supervivencia de la entidad. Una orden de desalojo obligaba al Ateneo a abandonar sus locales históricos, lo que suponía, no sólo perder parte de su esencia, sino también tener que asumir un coste hasta entonces inexistente: el pago de un alquiler. Asambleas, encuentros con las instituciones ourensanas, protestas, actos de solidaridad, promesas políticas, todo fue en vano y la realidad se impuso: en el año 2011 hubo que hacer las maletas. En ese momento contaba con 276 socios y una cuota mensual de 13 euros (que fue aumentada en 2009, con 350 socios).


Tras idas y venidas, el Ateneo se instaló finalmente en la Avenida de la Habana, compartiendo local con el club de Tenis Ramirás, quien les cedió parte de las instalaciones. Pero en 2014, el bajo  en el que se encuentra fue puesto a la venta, y cuando ésta se produzca, si los nuevos dueños no permiten al Ateneo continuar, la entidad se enfrentará, con toda probabilidad, al final de su camino, ya que le resultará muy difícil encontrar otro espacio cuyo coste pueda asumir.


Durante los últimos y convulsos años de la entidad, a su frente ha estado su actual presidenta, Isabel Salgado, que no se ha presentado a la reelección "por motivos personales". Nadie lo ha hecho. Lo que también abre un gran y complicado abismo para la superivencia.


Durante todo este tiempo, la presidenta, una de las ourensanas más activas en la lucha por mantener vivo el Ateneo tras llegar la primera orden de desahucio de la Torre, ha trabajado sin descanso para intentar acercar a los ourensanos a la entidad. 


Para lograrlo, la junta directiva no ha escatimado esfuerzos con el objetivo de ofrecer cada año un amplio programa de actividades diversas, una oferta de cursos destinada a gustos y públicos muy diferentes a un bajo coste, y la apertura de sus puertas a todo el mundo que lo ha solicitado para celebrar mítines, asambleas, encuentros, charlas o debates. 
Pero parece que no ha sido suficiente. El número de socios ha ido descendiendo hasta alcanzar apenas el centenar; parece que nadie quiere asumir la responsabilidad de llevar las riendas de la entidad, y la sombra de una nueva mudanza parece amenazar seriamente la continuidad de una institución que forma parte de la historia más activa de la ciudad.


"Me gustaría que los ourensanos se interesaran por la entidad y que se acercaran hasta aquí para conocerla e incluso hacerse socios", aseguraba recientemente la presidenta. 
Nombres como Ogando Vázquez, Cabaleiro Goás, Segundo Alvarado, Manuel Albendea, Anselmo López Morais o Fidalgo Santamarina han formado parte de la nómina de presidentes. Los ourensanos serán ahora quienes decidan si el Ateneo tiene futuro.

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