El consumo de alcohol en la calle se repite cada fin de semana ante la desidia de las administraciones

El botellón destroza el mobiliario de la Alameda

Las barandillas de la parte posterior de la Alameda están repletas de pintadas de toda clase. (Foto: MIGUEL ÁNGEL)
La Alameda y su entorno se han convertido en el epicentro no sólo del botellón sino también de los actos vandálicos. Los incidentes ocurridos este pasado fin de semana, en el que la Policía Local desalojó a los participantes en el botellón de la zona del rianxo de la Praza de Abastos ante el temor de posibles desperfectos y la pelea entre seis jóvenes, ha vuelto a poner de relieve la problemática que supone esta práctica, agudizada durante los fines de semana de verano.
Más allá de estas cuestiones, el botellón es también una cuestión de salud pública. No en vano, la peligrosa asociación entre diversión y alcohol ha desencadenado en actuaciones de los servicios de emergencia para atender a jóvenes, algunos de ellos menores, afectados por la ingesta de bebidas alcohólicas, que empieza cada vez a edades más tempranas.

En lo que respecta al mobiliario urbano, no hay más que darse una vuelta por la Alameda, principalmente por el pasillo central, para comprobar las consecuencias de aunar botellón y vandalismo. Las pintadas, especialmente en las barandillas de la parte posterior, los restos de cristales y algunos desperfectos en las recién remodeladas zonas verdes y de juegos son muestras perfectamente visibles de esa unión, como también lo es la rotura de los cristales del intercambiador de la Alameda, ubicado en la parte posterior.

A todo esto hay que sumar, asimismo, la basura generada tras una noche de botellón y el ruido, que en algunas ocasiones han provocado ya las quejas vecinales. Una situación que, por otro lado, se vive a menor escala -el botellón de la Alameda, por céntrico, se considera el más numeroso- ocurre en otros 17 puntos de la ciudad, según los lugares contabilizados por la Policía Local como centros del botellón en Ourense.

Y mientras se suceden los actos vandálicos y se incrementa el malestar vecinal, ni las fuerzas de seguridad ni el Concello parecen decididos a acabar con este problema, algo que, por ejemplo, sí consiguieron en su día en otras zonas de la ciudad, como la Praza de As Mercedes. Las distintas instituciones eluden medidas al considerar que el botellón es competencia de otras fuerzas de seguridad o administraciones.

En el caso del Concello, el pacto cívico que se empezó a gestar en 2009 se marcaba entonces como uno de sus objetivos la concienciación ciudadana para evitar o minimizar tanto el botellón como el vandalismo y el respeto al medio ambiente. No obstante, hasta la fecha ese documento no ha logrado esta finalidad y sigue habiendo jóvenes ourensanos que asocian diversión con alcohol y destrozos en la calle.

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