Busca donde un disco suene fuerte

Una cuestión de prioridad política 

En tropel entrábamos bajo el arco luminoso y en el breve pasillo leíamos aquel cartel que colgaba en la pared del Clangor, en Santiago: “Búscate un sitio donde un disco suene fuerte y no puedas ni hablar”. Sentíamos como  la vibración de las membranas de las pantallas acústicas JBL  golpeaban en la barriga como coz de mula. El futuro se parecía a una nebulosa y la responsabilidad, un lastre que no todos llevaban de la misma forma. Era así entonces, antes de entonces y lo es ahora. Cambien sitio, disco, estilo de música y más o menos queda la misma partitura. Los poros de la juventud son amplios, entra todo, absorben como esponjas. Penetra el despendole y no hay quien embride a las hormonas. Tal cóctel es el brebaje perfecto para que los chamanes prediquen que el futuro no va más allá de esta noche de verbena con la Olympus y la Panorama. Métete la diversión de penalti antes del amanecer, luego ya se verá. Este fin de semana Barrocás, antes otros barrios más. Todo mensaje que se escape de este lingotazo no interesa. Hay que mantener los decibelios muy altos al menos hasta el 28 de mayo. Luego, el todo o la nada, el futuro puede esperar. Seis de cada diez jóvenes de Ourense de entre 18 y 35 años vive con papá y mamá y solo el 8% abandona el nido antes de los 25, como contó este periódico. Y los que trabajan deben apoquinar la mitad de lo que ganan en el alquiler. Mejor que las políticas vayan por ahogar estas penas en la parranda que en procurar medios para romper el círculo vicioso. El charlatán de la Plaza Mayor está de pinchadiscos subiendo el volumen cada vez más para que la música suene fuerte y no puedas ni hablar, y menos pensar. 

Por arriba

Eso por abajo. Por arriba, este otro titular: la pensión media de nuestros mayores apenas cubre la mitad del coste de una residencia. La baja prestación de los abuelos dificulta que puedan sufragar las atenciones que por razones de edad les van tocando. Y aún así la generosidad infinita y el riguroso proceso de ahorro les lleva a administrarse bien, lo suficiente como para regalar aún una docena de huevos, un saco de patatas y una ristra de chorizos, incluso darle una dádiva a los nietos. A pesar de todo no descartan una semana con el Imserso para bailar Los Pajaritos en Benidorm. Cada uno busca el sitio donde la música suene fuerte y no se pueda ni hablar. Para evadirse.

La huerta

No solo tienen encallecidas las manos y surcos en el rostro por el paso de los años, sino también la mirada diluida en el pasado, un currículum labrado con las privaciones de la posguerra, la persecución política, la penosidad de muchos trabajos o el desarraigo de la emigración. Pero fueron capaces de salir adelante, pagarnos la carrera, incluso para ir al Clangor, y ahora la pensión se la come el pago de la residencia porque en casa ya no hay tiempo, ganas o sitio para cuidar. A los que vienen por abajo se les proteje o se les consiente, no vaya a ser que los desafueros de la vida le causen al chaval un trauma que le deje a las puertas del psiquiatra. Ni siquera quedan para regar la huerta con el abuelo, esa despensa de donde salen parte de los alimentos que hay en casa y que ayudan a combatir el 18% de subida de los alimentos que marca la inflación en Ourense. El mozo duerme feliz tras la verbena y en los oídos aún sigue el zumbido de los decibelios de la orquesta que el otro pagó con dinero de todos. El alcalde les cuida.

Muy felices fotos 

Las cifras confirman que la afiliación a la Seguridad Social crece en Ourense y que vamos tirando a pesar de achaques. La oficialidad lo celebra pagando orquesta o sonriendo para la foto, lo mismo trece alcaldes ante un tractor que le regalan para compartir, que un vicepresidente rulando por la provincia con objetivo similar o una conselleira que viaja para ver cómo va una acera. Corren buenos tiempos para hacer que se hace y para hacer creer que se hace porque aún creen que valen para algo los impactos gráficos. La afiliación, decíamos, crece pero no entre los jóvenes, que se siguen yendo a buscar futuro fuera. Vendran, si tal,  cuando haya verbena, como nosotros íbamos al Clangor buscando un disco que sonase fuerte.

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