Es puro nervio y fibra. Culo inquieto, diríamos, capaz de meterse en un montón de cosas a la vez. Trabajador social, educador social, pedagogo, entrenador de baloncesto y profesor de universidad. ¿Quién da más?

La búsqueda permanente de vocación

Nació en el centro de Ourense y creció en ambiente urbanita.
Su universo escolar se movió en el entorno de As Lagoas, en cuyo grupo escolar hizo la enseñanza básica y en el Instituto, el bachillerato. De esta última etapa tiene muchos y buenos recuerdos. Confiesa que 'no fui un buen estudiante', aunque sólo en el sentido de que rendía por debajo de su capacidad, pues hacía lo suficiente para pasar los cursos. Hubo profesores que le marcaron 'y no sólo por su capacidad académica', sino por su calidad humana. En ese cuadro de honor coloca a Elvira Rodríguez, Nino Santos o Albino Núñez, porque de ellos aprendió cosas que mantiene frescas en la memoria a pesar del tiempo.

Millán es un tipo que despliega gran actividad y, además, 'me implico en todo lo que hago'. Ingresó en la universidad para hacer Empresariales, pero enseguida se dio cuenta de que aquello no era lo suyo, así que se pasó a Trabajo Social, etapa en la que se desencadenaron importantes acontecimientos sociales. 'Se aprobó la LOU -ley universitaria-, se hundió el 'Prestige', con lo que supuso; se aprobaron los estatutos de la Universidad y estalló la guerra de Iraq'. Con la perspectiva que da el tiempo, cree que 'ahora la univesidad está muy parada'. Sobre las razones, apunta varias. 'Bolonia tuvo parte de culpa, pues fue una buena idea, a la que le faltan medios para que pudiera funcionar de verdad'. La intensidad con la que rememora esa parte de su vida no evita que sea crítico en lo personal, pues 'no acabó de llenarme', por lo que se decidió a empezar Educación Social. Ahí encajó mucho mejor, porque 'se parece mucho al tipo de actividad que me gusta. Es más directa'. De hecho, hoy ejerce profesionalmente como trabajador social.

Sin embargo, tampoco con eso quedaron colmadas las aspiraciones de este tipo puro nervio, por lo que se matriculó en Pedagogía para 'completar el ciclo del educador-profesor. Me gusta la docencia por la posibilidad de transmitir cosas a los demás'. De hecho su aspiración pasa por dedicarse a la universidad, donde comenzó a impartir clase de Educación para la Paz a principios del presente curso y en la que se implicó activamente en la puesta en marcha del Seminario para a Paz, de la mano de Xosé Manuel Cid, referente en este ámbito en Galicia.

Como él mismo admite, es persona de 'meterse en muchas cosas, que luego no soy capaz de dejar'. Por eso, al margen de los estudios, dedicó tiempo al deporte. 'Jugué al baloncesto a los 15 años', pero reconoce con humildad que 'no era bueno', así que tras toparse a los 17 años con Nino en As Lagoas, decidió convertirse en entrenador en el equipo del instituto; luego la consolidación como técnico le permitió asumir retos más ambiciosos, hasta entrenar a los cadetes del COB en la liga gallega, donde hicieron un meritorio papel y obtener la Copa Diputación tras un gran torneo.

A partir de ahí, punto y aparte. Dio un paso atrás, dejando el baloncesto, con la idea de 'dedicar más tiempo a la familia', pues tiene ya un churumbel que reclama atención y que apunta maneras del padre al compaginar varias actividades y aficiones.

Del baloncesto guarda 'sensaciones increíbles: subidones y bajadas espectaculares, según los momentos'; también el aprendizaje 'de valores personales' y la aplicación de ideas. Con los chicos, siempre pensó 'que era mejor ser equitativo que justo'. Está sorprendido de los resultados de aquella experiencia y 'del respeto' que le profesan chicos que estuvieron con él, 'pese al tiempo transcurrido y a mi vehemencia'.

Mientras cumple el sueño de convertir la docencia universitaria en su principal dedicación profesional, trabaja en la Casa da Xuventude, sobre la que está haciendo la tesis doctoral, y de la que formó parte desde niño como usuario. Tiene claro que se trata de una institución 'referente social y cultural de Ourense' que no atraviesa por su mejor momento. Le dolería que no remontase el vuelo, pues 'es la segunda más antigua de España', que durante décadas funcionó 'con una gestión modélica compartida entre lo público y lo privado. En ese modelo, fue definitivala figura de Benito Losada', confiesa.

Te puede interesar