REPORTAJE

Cabinas inútiles en la ciudad

Una monja intenta utilizar la cabina telefónica de la Praza Santa Eufemia
photo_camera Una monja intenta utilizar la cabina telefónica de la Praza Santa Eufemia

La ciudad de Ourense acoge en torno a cien cabinas telefónicas, pero no todas presentan un buen estado de conservación. Están inutilizadas y hasta carecen incluso de teléfono, convirtiéndose, al final, en un estorbo

Han sido parte, no sólo del paisaje urbanístico de la ciudad durante décadas, sino también de la historia personal de todos los ourensanos, al menos de los nacidos antes de la era del móvil e internet. Las cabinas telefónicas podían ser un lugar para entablar nuevas amistades mientras se esperaba turno para hacer la llamada; eran una buena excusa para justificar llegar tarde a casa sin avisar, alegando que no se había encontrado ninguna; eran un buen botín para quienes las desvalijaban y todo el mundo conocía algún truco para realizar alguna llamada sin coste alguno, aunque a cambio, ellas se quedaban, en ocasiones, con el cambio.

Pero la era del móvil e internet, y la proliferación hace algunos años de los locutorios, han hecho que muchas cabinas telefónicas de la ciudad presenten un aspecto de total abandono. Ourense acoge ahora mismo en torno a las cien cabinas, pero no todos se encuentran en óptimo estado de uso.

Muchas no funcionan, como sucede con algunas de las situadas en Juan XXIII y Paseo, o directamente carecen de teléfono para poder hacer las llamadas, como sucede con las que se encuentran en la Avenida de Marín, por ejemplo.

El mal estado de muchas de estas cabinas, cuyo mantenimiento debe correr a cargo de la empresa de telefonía, hace que se hayan convertido en auténticos obstáculos para los viandantes y en estorbos en la vía pública, sin que ofrezcan ninguna utilidad que justifique su ubicación.

La cabinas telefónicas son también soportes publicitarios que explota la empresa encargada de su mantenimiento, aunque en muchos casos, como sucede con la ubicada en la calle del Paseo, se han convertido en un espacio para colgar y pegar todo tipo de carteles, avisos y papeles, y también en un lugar que acumula suciedad. Y aunque las cabinas también se han modernizado, y además de servicios de llamadas, ofrecen la posibilidad de conexión a internet con envío de sms, fax o correos electrónicos y la propia recarga de móviles, ya no son un negocio en alza que proporcione beneficios.

Durante los últimos años este servicio público ha dado pérdidas y por eso Telefónica ha iniciado la retirada de estas cabinas en muchas ciudades españolas, aunque no en su totalidad, ya que la ley obliga a mantener el servicio. Un Real Decreto del año 2011 establece la obligación de que haya al menos un teléfono público de pago por localidad en los municipios de menos de 1.000 habitantes en los que esté justificado, y de un teléfono público adicional por cada 3.000 habitantes en los núcleos con más de 1.000 personas.

El coste de mantenimiento es elevado y hace que resulten aún menos rentables. Tal vez por eso, en la ciudad forman parte del mobiliario urbano, aunque presenten un aspecto deplorable y sólo sean un obstáculo sin servicio.

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