Biólogos e historiadores debaten en Sandiás, 50 años después, sobre el mayor humedal de Galicia

Cara y cruz de una controvertida desecación

Panorámica de las areneras recuperadas por Medio Ambiente en A Lagoa de Antela, en Sandias. (Foto: Xesús Fariñas)
El final de un ecosistema único en Galicia, el albor de los tiempos de la agricultura intensiva. De la excusa de la prevención de fiebres tifoideas por la humedad a la realización de una de las obras de drenaje más importante del siglo XX en España. Esas y otras claves marcaron la desecación de A Lagoa de Antela, iniciada en 1958. Medio siglo después, muchos creen que aquello fue un error por el daño ecológico causado, otros consideran que sin la desecación, A Limia no sería la primera comarca agrícola gallega.
Eran los años del decreto gubernamental, sin más. En 1956, los adláteres de Franco decidieron llevar adelante lo que el emperador romano Adriano y tecnócratas del siglo XIX no se atrevieron; desecar el mayor humedal de agua dulce de Galicia, la mítica Lagoa de Antela.

Con un peregrino argumento de prevención sanitaria (las aguas encharcadas favorecían la propagación de fiebres tifoideas y paludismo entre la población) y el más razonable, aunque discutible, de la creación de nuevas tierras de labranza, el Gobierno inició a finales de 1958 los trabajos de drenaje y canalización de una laguna de 42 kilómetros cuadrados que anegaba zonas de ocho municipios.

Los trabajos, que movilizaron durante años a cientos de obreros, supusieron a corto plazo la creación de cientos de hectáreas de tierras aptas para la labranza (fundamentalmente patata y cereal), que fueron colonizadas -con bajos alquileres y posterior opción de compra- por vecinos de esos concellos. La desecación también dio origen, ya en los años 70, al pingüe negocio de la extracción de áridos en la zona.

Pero hoy casi todos valoran que el precio fue muy alto, tal vez demasiado. Se perdió un ecosistema muy rico de flora, aves, peces y reptiles. Se trocó para siempre el paisaje limiano, se deforestaron miles de árboles, alterando el curso natural del agua y los designios de la naturaleza.

En el ámbito de la riqueza patrimonial docenas de viejos puentes, miliarios, palafitos (viejas edificaciones de caña sobre la laguna) y vestigios de la época romana fueron arrasados.

Hundido por el trabajo de las máquinas también quedó el mito de la Cidade de Antioquía, sepultada, según la leyenda, bajo las aguas de la vieja laguna.

Un grupo de biólogos, profesores e historiadores recordó ayer en Sandiás el pasado y presente de A Lagoa. El etnógrafo Delfín Caseiro habló de las leyendas que perviven en torno a ese área lacustre como la que habla de la ciudad submarina de Antioquía; el historiador Xulio Prado abordó el contexto histórico de la desecación mientras que el también historiador Jesús de Juana repasó la importancia de los restos arqueológicos del Centro de Interpretación de A Lagoa, escenario de este encuentro.

La desecación es para el presidente del movimiento ecologista limiano MEL, Manuel García, ‘un tremendo erro histórico. Perdeuse unha enorme fonte de riqueza natural e turística e houbo unha deforestación brutal coa parcelación posterior na bisbarra. Mesmo o maior humedal limiá actual, As Veigas de Rairiz, corre perigo. O problema agora é que os intentos por recuperar parcialmente A Lagoa chocan coa oposición de moita xente da Limia, azuzada por algúns polí ticos irresponsables e sen visión de futuro’.

El coste ecológico y la creación de parcelas

Un agricultor de Sandiás, que pidió el anonimato, consideró que ‘a desecación fixo que moita xente poidera ter terra para sementar. Agora queren que volva a A Lagoa, ¿para que? é un proxecto que debe ser explicado porque a xente non quere que lle enchen de auga as terras de novo’. El alcalde de Xunqueira de Ambía, José Luis Gavilanes, opinó que ‘a desecación e a par celación foron claves para o desenrolo económico e o asentamento de poboación na comarca nas últimas décadas. Se non se houbera producido, tal vez hoxe na Limia non se podería vivir da agricultura, como o fai moita xente. Outra cousa máis discutible son os efectos que a desecación da lagoa tivo dende o punto de vista ecolóxico ou das especies animais que vivían nesa lagoa, pero, en global, penso que foi unha actuación positiva’.



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